Los ciudadanos iraquíes acudieron a las urnas el pasado martes para participar en unas elecciones parlamentarias que marcan un hito en la historia reciente del país. Este evento se celebra por primera vez sin la sombra de la violencia que ha caracterizado a Irak en las últimas dos décadas, desde la invasión estadounidense en 2003. La jornada electoral se desarrolló en un ambiente de calma, lo que contrasta notablemente con el pasado reciente de inestabilidad y conflicto sectario.
La figura más destacada en esta contienda electoral es el actual primer ministro, Mohamed Shia al Sudani, quien ha logrado mantener un delicado equilibrio entre las influencias de Irán y Estados Unidos. Al Sudani, que se presenta con el lema «Iraquí Primero», busca un segundo mandato a pesar de haber prometido en 2021 no volver a postularse. Su campaña se centra en la estabilidad y la continuidad, aspectos que han sido bien recibidos por una población cansada de la violencia y la corrupción.
A pesar de la aparente tranquilidad, el proceso electoral no está exento de desafíos. Con 7,700 candidatos compitiendo por 329 escaños en el Parlamento, la fragmentación política es un tema recurrente. Los partidos suníes, que se presentaron de manera independiente, tienen como principal figura al expresidente del Parlamento, Mohamed al Halbousi. La estructura política de Irak, impuesta tras la invasión, sigue siendo sectaria, lo que complica aún más la gobernabilidad y la formación de un gobierno estable.
### Un contexto de estabilidad y desafíos políticos
La jornada electoral se desarrolló en un contexto inusual para Irak, donde la violencia ha sido una constante. Desde la caída de Sadam Husein, el país ha enfrentado una serie de crisis, incluyendo la guerra sectaria y la aparición del grupo yihadista Estado Islámico. Sin embargo, bajo el liderazgo de Al Sudani, Irak ha logrado evitar la crisis regional que se desató tras el ataque de Hamás a Israel en octubre de 2023. Este contexto de estabilidad ha permitido que los ciudadanos se acerquen a las urnas con una expectativa diferente, aunque la apatía también estuvo presente en algunas áreas.
El proceso electoral, sin embargo, no ha estado exento de críticas. La participación de Muqtada Al Sadr, un influyente clérigo y político, ha sido notable por su ausencia. Al Sadr, quien había ganado las elecciones anteriores, decidió boicotear este proceso, criticando a la élite política por su incapacidad para combatir la corrupción y limitar la influencia de Irán en el país. Su postura ha resonado entre un sector de la población que busca un cambio real en el sistema político.
A pesar de las críticas y el boicot, la jornada electoral fue considerada un éxito por muchos observadores. Mustaf Saadoon, director del Observatorio Iraquí de Derechos Humanos, destacó que estas son las primeras elecciones que se llevan a cabo sin incidentes significativos. Los votantes pudieron ejercer su derecho al voto en un ambiente de respeto, lo que sugiere un avance en la madurez democrática del país.
### El futuro político de Irak
El futuro político de Irak dependerá en gran medida de las negociaciones que se desarrollen en el Parlamento tras los resultados de las elecciones. Históricamente, la formación de un nuevo gobierno ha sido un proceso complicado, a menudo prolongándose durante meses. El actual panorama político, caracterizado por la fragmentación y la competencia entre diferentes facciones, sugiere que este año no será la excepción.
El principal rival de Al Sudani, Nuri al Maliki, ex primer ministro entre 2006 y 2014, también se presenta como un contendiente fuerte. Sin embargo, independientemente de quién gane, el nuevo líder deberá navegar por un paisaje político lleno de desafíos, incluyendo la presión de las milicias chiíes respaldadas por Irán y la necesidad de mantener la confianza de Estados Unidos.
La situación en Irak es un reflejo de la complejidad de la política en la región. Las elecciones de este año no solo son un testimonio de la resiliencia del pueblo iraquí, sino también un indicativo de la lucha continua por un futuro más estable y democrático. A medida que el país avanza hacia la formación de un nuevo gobierno, la comunidad internacional observa de cerca, esperando que Irak pueda consolidar su democracia y fortalecer sus instituciones.
