El 29 de octubre de 2025, Catarroja, un municipio de la Comunidad Valenciana, fue escenario de una tragedia sin precedentes debido a las intensas lluvias que provocaron el desbordamiento de un barranco. Este evento, conocido como DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), dejó un saldo trágico de víctimas y numerosos heridos, cuyas historias están saliendo a la luz a medida que los familiares de las víctimas comparecen ante la jueza encargada del caso, Nuria Ruiz Tobarra. Las declaraciones de los afectados son desgarradoras y reflejan el caos y el sufrimiento que vivieron en esos momentos críticos.
Una de las historias más impactantes es la de una pareja que residía en una planta baja de Catarroja. Según su relato, el día de la riada, escucharon las advertencias de la Policía Local, que instaba a los vecinos a permanecer en sus hogares debido al inminente desbordamiento del barranco. Sin embargo, la situación se tornó crítica cuando el agua comenzó a entrar en su vivienda. A las 18:45 horas, la pareja se dio cuenta de que el agua no solo inundaba su casa, sino que también comenzaba a salir por las tuberías y el inodoro. En un intento desesperado por escapar, decidieron salir por un altillo, pero la corriente los arrastró, llevándolos a una lucha por la supervivencia.
La joven de la pareja fue arrastrada por la fuerza del agua y, aunque su compañero logró sacarla de la corriente, ya era demasiado tarde. La imagen de su rostro, marcada por el sufrimiento, quedó grabada en la memoria de su pareja, quien intentó reanimarla sin éxito. La angustia de tener que esperar hasta el día siguiente con el cuerpo de su amada, debido a la imposibilidad de que el forense acudiera antes, es un testimonio del horror que vivieron esa noche. Este relato es solo uno de muchos que están saliendo a la luz, revelando la magnitud de la tragedia que afectó a la comunidad.
Las secuelas de la riada no solo se limitan a las pérdidas humanas. También hay numerosos heridos que enfrentan graves consecuencias físicas y emocionales. Un caso notable es el de una mujer de Sedaví, quien fue arrastrada por la corriente mientras regresaba a su hogar. A pesar de que logró subirse a una furgoneta para intentar salvarse, la fuerza del agua la arrastró nuevamente, llevándola a un parque de juegos donde pasó la noche. Esta mujer sufrió una grave herida en la muñeca izquierda, que requirió dos intervenciones quirúrgicas. Su historia es un recordatorio de que las consecuencias de la DANA no solo se miden en vidas perdidas, sino también en las heridas físicas y psicológicas que perduran.
La comunidad de Catarroja se encuentra en un proceso de duelo y recuperación. Las autoridades locales han comenzado a evaluar los daños y a implementar medidas para prevenir futuros desastres. Sin embargo, el impacto emocional de la tragedia es profundo y duradero. Las familias de las víctimas y los sobrevivientes enfrentan un camino difícil por delante, lleno de recuerdos dolorosos y la necesidad de encontrar formas de sanar.
La respuesta de la comunidad ha sido notable, con iniciativas de apoyo y solidaridad para ayudar a aquellos que han perdido tanto. Grupos de voluntarios se han organizado para brindar asistencia a las familias afectadas, ofreciendo desde apoyo emocional hasta ayuda material. Este espíritu de unidad es un rayo de esperanza en medio de la devastación, mostrando que, a pesar de la tragedia, la comunidad se mantiene unida en su lucha por la recuperación.
La DANA de Catarroja ha dejado una huella imborrable en la memoria colectiva de la región. A medida que las investigaciones avanzan y se recopilan más testimonios, es crucial que se tomen medidas para garantizar que eventos como este no se repitan en el futuro. La planificación urbana, la gestión del agua y la educación sobre riesgos naturales son aspectos que deben ser priorizados para proteger a la población de desastres similares.
La historia de Catarroja es un recordatorio de la fuerza de la naturaleza y de la vulnerabilidad humana ante ella. Las lecciones aprendidas de esta tragedia deben ser una llamada a la acción para todos, desde las autoridades hasta los ciudadanos, para trabajar juntos en la construcción de un futuro más seguro y resiliente.