La reciente visita del presidente español Pedro Sánchez a Pekín ha generado un gran revuelo en el ámbito político internacional. Durante su estancia, se firmaron siete acuerdos que abarcan desde la venta de productos agrícolas hasta la cooperación en el sector sanitario. Este viaje, el tercero de Sánchez a China en dos años, se produce en un contexto de creciente tensión entre Estados Unidos y el gigante asiático, lo que ha suscitado críticas tanto en España como en Europa.
Uno de los acuerdos más destacados es el que facilita la exportación de porcino y cerezas españolas a China, lo que podría abrir nuevas oportunidades para los agricultores españoles. Además, se estableció un Grupo de Trabajo bilateral enfocado en productos sanitarios, medicamentos y cosméticos, lo que refleja un interés mutuo en fortalecer la cooperación en áreas clave para la salud pública. Otros acuerdos se centran en la cooperación científica y educativa, así como en el ámbito cinematográfico, lo que sugiere un enfoque integral en las relaciones bilaterales.
Sin embargo, el viaje de Sánchez no ha estado exento de controversia. Durante su visita, Xi Jinping elogió al presidente español como una «fuerza motriz de las relaciones chino-europeas», lo que ha sido interpretado como un intento de Beijing de utilizar a España como un puente hacia Europa en un momento en que las relaciones entre China y Estados Unidos son tensas. Xi también hizo hincapié en la necesidad de que China y Europa trabajen juntas para proteger la globalización económica y oponerse a las prácticas unilaterales, en clara referencia a la política comercial de Estados Unidos.
La visita ha generado críticas en España, especialmente por parte de la oposición. Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular, ha señalado que el viaje debería haberse pospuesto, argumentando que España debe mantener relaciones sólidas con Estados Unidos, su aliado tradicional. Feijóo también ha expresado preocupaciones sobre la falta de transparencia en la visita y las verdaderas intenciones de Sánchez.
Por otro lado, el contexto geopolítico actual complica aún más la situación. La Unión Europea se encuentra dividida sobre cómo abordar su relación con China, y la visita de Sánchez ha sido vista como un movimiento unilateral que podría debilitar la posición de España dentro de la UE. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha estado trabajando para mantener la unidad entre los Estados miembros en medio de la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China.
La tensión se intensifica aún más con la llegada de nuevos líderes europeos a Washington, como la primera ministra italiana Giorgia Meloni, quien se reunirá con el presidente Biden. Esto plantea interrogantes sobre cómo España, bajo el liderazgo de Sánchez, se posicionará en este nuevo escenario internacional.
En resumen, la visita de Pedro Sánchez a China ha sido un evento significativo que refleja no solo el interés de España en fortalecer sus lazos con Beijing, sino también las complejidades de la diplomacia moderna en un mundo cada vez más polarizado. Las decisiones que se tomen en este contexto no solo afectarán a España, sino que también tendrán repercusiones en la relación entre Europa y China, así como en la dinámica global en general.