El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha tomado una postura más firme en la crisis de Gaza, buscando liderar una ofensiva europea contra Israel. En un discurso reciente durante la XXXVI Cumbre de la Liga de Estados Árabes en Bagdad, Sánchez anunció que España impulsará una resolución en la ONU para que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) aumente la presión sobre el Gobierno de Benjamín Netanyahu. Este movimiento se produce en un contexto de creciente tensión internacional y críticas hacia la política israelí en Gaza.
Sánchez, quien ha calificado a Israel de «Estado genocida», busca conectar con sus socios parlamentarios en España, muchos de los cuales han expresado su descontento con el aumento del gasto militar en el país. La estrategia del presidente parece ser un intento de desviar la atención de las críticas internas hacia su gestión de la defensa y la política exterior, enfocándose en la situación humanitaria en Palestina.
En su discurso, Sánchez enfatizó que «Palestina se desangra ante nuestros ojos» y subrayó la necesidad de un orden mundial que priorice la justicia. Esta declaración se produce tras la condena de la violencia en Gaza y el llamado a la comunidad internacional para que actúe. La respuesta de Israel a las declaraciones de Sánchez no se ha hecho esperar, convocando a la embajadora española en Jerusalén para expresar su descontento.
La CIJ ya había emitido una opinión consultiva en julio de 2024, calificando de «ilegal» la presencia israelí en territorios palestinos y pidiendo el cese de los asentamientos. Sin embargo, la resolución de Sánchez busca ir más allá, pidiendo una verificación del cumplimiento de las obligaciones internacionales por parte de Israel, especialmente en lo que respecta a la ayuda humanitaria.
En este contexto, la presión sobre el Gobierno de Sánchez también proviene de sus propios socios de coalición, quienes han criticado el aumento del gasto militar y han pedido un enfoque más humanitario en la crisis de Gaza. La coalición de izquierda en España, que incluye a partidos como Sumar y Podemos, ha manifestado su oposición al rearme y ha instado a Sánchez a priorizar la paz y la justicia en su política exterior.
La situación en Gaza ha sido objeto de atención internacional, y la respuesta de Sánchez podría ser vista como un intento de recuperar la cohesión entre sus aliados políticos. Sin embargo, la falta de consenso entre los 27 países de la UE sobre cómo abordar la crisis palestina podría complicar sus esfuerzos. A pesar de esto, Sánchez ha logrado que algunos países, como Irlanda y Noruega, se sumen a su reconocimiento de Palestina, lo que podría fortalecer su posición en el ámbito internacional.
Mientras tanto, la comunidad internacional observa de cerca los acontecimientos en Gaza, donde la intervención militar israelí ha resultado en un alto número de víctimas y desplazados. Sánchez ha hecho un llamado a otros países para que sigan el ejemplo de España en el reconocimiento de Palestina, buscando así un liderazgo en la UE que podría influir en la política internacional hacia el conflicto.
En este sentido, la estrategia de Sánchez parece ser un intento de equilibrar las críticas internas sobre el gasto militar y la presión internacional para actuar en favor de los derechos humanos en Gaza. La situación es delicada, y cualquier movimiento en falso podría tener repercusiones tanto en el ámbito nacional como internacional. La respuesta de la comunidad internacional a la propuesta de Sánchez será crucial para determinar el impacto de su estrategia en la crisis de Gaza y en la política exterior de España en general.