La figura del alcalde, tradicionalmente asociada a la representación y el servicio a la comunidad, ha tomado un giro inesperado en un pequeño municipio de Álava, donde los habitantes viven en una situación de angustia y desamparo. Este caso ha cobrado notoriedad en los medios, revelando un panorama inquietante que ha dejado a muchos estupefactos. La historia comienza con un regidor que, tras tres décadas en el cargo, ha decidido cortar el suministro eléctrico a su localidad, dejando a los vecinos a oscuras durante más de dos años. Esta decisión ha generado un clima de miedo y tensión, donde las amenazas y los actos de vandalismo se han vuelto moneda corriente.
**Un alcalde que se enfrenta a sus propios vecinos**
La situación en este municipio se ha vuelto insostenible. Según testimonios de los propios vecinos, el alcalde ha tomado medidas extremas para mantener el control sobre la comunidad. No solo ha interrumpido el suministro eléctrico, sino que también ha adoptado una actitud agresiva hacia aquellos que se atreven a cuestionar su autoridad. Los relatos de los habitantes son escalofriantes: algunos han denunciado que el alcalde ha rayado los coches de quienes se oponen a él, ha dejado excrementos en las puertas de sus casas y ha amenazado a quienes intentan hablar en su contra.
Una de las vecinas, identificada como Suremy, ha compartido su experiencia en un programa de televisión, describiendo al alcalde como «muy conflictivo» y acusándolo de ser «más mentiroso que Pinocho». Su testimonio refleja la desesperación que sienten los habitantes de Ibarguren, un pequeño pueblo que, a pesar de su reducido número de habitantes, ha sido escenario de un conflicto que parece no tener fin. «Nadie hace nada, ni la Diputación ni el Ayuntamiento, y seguimos sin luz mientras él hace lo que le da la gana», lamentó Suremy.
La situación ha llegado a tal extremo que algunos vecinos han optado por instalar medidas de seguridad adicionales en sus hogares, como perros de guardia, para protegerse de las amenazas del alcalde. Ana, cuñada del regidor, también ha denunciado que su situación es crítica, ya que no solo carece de luz, sino que el alcalde le ha dejado sin leña y ha soltado a sus perros de raza pitbull en su propiedad. «Tengo un miedo de mucho cuidado», confesó, evidenciando el clima de terror que se ha instaurado en la comunidad.
**La indiferencia de las autoridades**
La falta de acción por parte de las autoridades competentes ha sido un tema recurrente en las denuncias de los vecinos. A pesar de las múltiples quejas y testimonios que han llegado a los medios de comunicación, la respuesta de las instituciones ha sido casi nula. Esta inacción ha dejado a los habitantes de Ibarguren sintiéndose desprotegidos y abandonados, lo que ha alimentado aún más la frustración y el miedo en la comunidad.
El caso ha sido ampliamente cubierto en programas de televisión, donde se han mostrado los testimonios de los vecinos y se ha discutido la gravedad de la situación. Sin embargo, a pesar de la atención mediática, la realidad es que los habitantes continúan enfrentándose a un alcalde que parece estar por encima de la ley. La falta de suministro eléctrico no solo afecta la calidad de vida de los vecinos, sino que también plantea serias preocupaciones sobre la seguridad y el bienestar de la comunidad.
Los testimonios de los vecinos han puesto de manifiesto una realidad que muchos consideran inaceptable. La figura del alcalde, que debería ser un pilar de apoyo y guía para la comunidad, se ha convertido en una fuente de temor y angustia. La historia de Ibarguren es un recordatorio de que, en ocasiones, la realidad puede superar la ficción, y que la lucha por los derechos y la dignidad de los ciudadanos es más necesaria que nunca.
En un contexto donde la política local debería estar al servicio del bienestar de la comunidad, este caso resalta la importancia de la vigilancia ciudadana y la necesidad de que las autoridades actúen con responsabilidad y compromiso. La situación en Ibarguren es un llamado a la acción para todos aquellos que creen en la democracia y en el derecho de los ciudadanos a vivir en un entorno seguro y justo. La comunidad no solo busca recuperar su suministro eléctrico, sino también restablecer la paz y la confianza en sus líderes.
