La miniserie ‘Adolescencia’ de Netflix ha puesto en el centro de la discusión el fenómeno de los incels, un término que se refiere a hombres que se consideran célibes involuntarios. Este concepto, que ha ganado notoriedad en los últimos años, se asocia con un grupo de hombres que, a menudo, expresan un profundo resentimiento hacia las mujeres, culpándolas de su incapacidad para establecer relaciones románticas o sexuales. La serie retrata a Jamie Miller, un joven de 13 años que se ve envuelto en un trágico suceso, reflejando cómo el lenguaje y las actitudes de la ‘manosfera’ influyen en su comportamiento y en el de sus compañeros.
La ‘manosfera’ es un término que engloba diversas plataformas y foros en línea donde se promueven ideas misóginas y antifeministas. En este contexto, los incels se agrupan en comunidades que se alimentan mutuamente de su frustración y odio hacia las mujeres. Según Silvia Pérez Freire, profesora de Sociología en la Universidad de Vigo, estos hombres se ven a sí mismos como víctimas de un sistema que consideran dominado por el feminismo, lo que les lleva a desarrollar un discurso de odio hacia las mujeres, a quienes culpan de su situación.
### La Evolución del Movimiento Incel
El término ‘incel’ fue acuñado en la década de 1990 como un espacio de apoyo para aquellos que luchaban por establecer conexiones afectivas. Sin embargo, con el tiempo, este espacio se transformó en comunidades predominantemente masculinas que articulan un discurso de victimización y odio hacia las mujeres. Priscila Retamozo, politóloga y formadora en igualdad, señala que esta evolución no puede entenderse sin considerar la crisis de las masculinidades tradicionales. Muchos hombres ven los avances feministas como una amenaza a sus privilegios, lo que les lleva a buscar refugio en narrativas que refuerzan su poder simbólico a través del victimismo.
Las redes sociales han jugado un papel crucial en la difusión de estas ideas. Plataformas como YouTube, TikTok y Reddit han permitido que los mensajes de odio se viralicen, creando un entorno donde se jerarquizan las relaciones afectivas y se normalizan actitudes misóginas. Jorge García Marín, sociólogo y coordinador del Máster en Igualdad, Género y Educación de la Universidad de Santiago de Compostela, destaca que este fenómeno está relacionado con la frustración de muchos hombres jóvenes que se sienten excluidos en un mundo donde las mujeres están cada vez más empoderadas.
### Impacto en la Juventud y la Normalización del Odio
El auge de la ideología incel no solo afecta a sus adherentes, sino que también tiene un impacto significativo en la juventud. La socióloga Silvia Pérez Freire advierte que el aislamiento social y la falta de expectativas son factores que alimentan este fenómeno. Los jóvenes que se sienten frustrados y solos pueden encontrar en estas comunidades un refugio emocional, donde las mentiras y la desinformación se convierten en su realidad. Este entorno puede llevar a la normalización de comportamientos misóginos desde una edad temprana, afectando su capacidad de empatía y sus relaciones interpersonales.
Rubén Villar Trenco, miembro de la comisión feminista del Colegio Oficial de Psicología de Galicia, subraya que los incels son un reflejo de una sociedad que aún construye la masculinidad en torno al poder y al control. En lugar de enfrentar sus emociones y trabajar en su desarrollo personal, muchos de estos hombres eligen culpar a las mujeres y al feminismo por sus problemas. Esta narrativa simplista les ofrece una salida fácil, pero peligrosa, que perpetúa el ciclo de odio y violencia.
Los discursos de odio que emergen de estas comunidades no son solo una manifestación extrema de frustración; son parte de un problema más amplio que afecta a la sociedad en su conjunto. La ideología incel ha estado vinculada a actos de violencia, incluyendo asesinatos masivos, lo que subraya la necesidad de abordar este fenómeno con seriedad. La socióloga de la UVigo enfatiza que el machismo es un problema de salud pública que debe ser tratado con urgencia.
Para contrarrestar la influencia de estas ideologías, es fundamental implementar estrategias educativas que promuevan la igualdad de género y la salud emocional. La coeducación y la educación afectivo-sexual son herramientas clave para abordar estos temas desde una edad temprana. Es esencial que los jóvenes aprendan sobre el consentimiento, los vínculos afectivos y la crítica a los mandatos de género, para que puedan desarrollar relaciones saludables y respetuosas.
La lucha contra el discurso del odio hacia las mujeres no es solo una cuestión de género; es un asunto de derechos humanos y de democracia. La normalización de actitudes misóginas en la sociedad actual es un síntoma de una crisis más profunda en la forma en que se construye la masculinidad. Abordar este fenómeno requiere un esfuerzo conjunto de la sociedad, que incluya la educación, la salud y la promoción de relaciones igualitarias.