La Ley Orgánica 4/2015, conocida popularmente como la Ley Mordaza, ha estado en vigor desde el 1 de julio de 2015, y su implementación ha generado un intenso debate en la sociedad española, especialmente en Galicia. Esta normativa, que se presentó como una respuesta a las movilizaciones sociales del 15-M, ha sido criticada por su enfoque en el control de la disidencia y la regulación del ocio juvenil, así como por su capacidad recaudatoria. En este artículo, exploraremos el impacto de la Ley Mordaza en Galicia a lo largo de sus diez años de existencia, analizando las cifras de sanciones, el perfil de los infractores y las implicaciones sociales de esta legislación.
El costo de la Ley Mordaza
Desde su entrada en vigor, Galicia ha acumulado más de 139.000 sanciones, lo que representa un costo total cercano a los 86 millones de euros. En 2024, se impusieron 13.883 sanciones, lo que refleja un aumento del 2% en comparación con el año anterior. Esto se traduce en más de 23.000 euros diarios en multas, lo que ha llevado a que la comunidad gallega se posicione como la octava en el ranking de sanciones a nivel nacional. En el contexto de España, el total de expedientes sancionadores alcanzó casi 327.800, de los cuales el 4,2% se registraron en Galicia.
La recaudación por multas ha sido significativa, alcanzando en 2024 un total de 8,4 millones de euros. Sin embargo, a pesar de que las cifras de sanciones han mostrado un ligero aumento, el importe total de las multas ha disminuido en un 4%, lo que sugiere que las infracciones han sido, en general, de menor gravedad. Este fenómeno se ha observado en un contexto más amplio, donde las sanciones y la recaudación en España han repuntado, evidenciando una mayor severidad en las infracciones detectadas.
El comportamiento de las sanciones ha variado entre las cuatro provincias gallegas. Pontevedra y A Coruña son las que concentran la mayor parte de las infracciones, con 5.986 y 5.394 sanciones, respectivamente. Juntas, estas provincias representan el 82% del total de multas en Galicia. En contraste, Lugo y Ourense han registrado cifras significativamente más bajas, con 1.185 y 1.318 sanciones, mostrando una tendencia a la baja en comparación con el año anterior.
El perfil del infractor
El perfil de los infractores abarca una amplia gama de personas, desde jóvenes que participan en botellones hasta activistas que se manifiestan en concentraciones no comunicadas. La mayoría de las sanciones impuestas son de carácter leve, aunque las infracciones más graves pueden alcanzar multas de hasta 30.000 euros. La ley sanciona diversas conductas, que van desde la falta de respeto a la autoridad hasta la toma de imágenes de agentes en actos públicos.
La Ley Mordaza fue aprobada en un contexto de fuerte movilización social y ha sido objeto de críticas por parte de organismos internacionales y colectivos sociales, que argumentan que vulnera derechos fundamentales como la libertad de expresión y de reunión. A pesar de las promesas del Gobierno de Pedro Sánchez desde 2018 para su derogación o reforma, los artículos más controvertidos de la ley siguen vigentes. Hasta la fecha, se han realizado tres intentos legislativos para modificarla, pero ninguno ha prosperado, lo que ha llevado a que la ley se consolide como un instrumento de control más que de seguridad.
Las implicaciones sociales de la Ley Mordaza son profundas. La percepción de que la ley se utiliza como un mecanismo de control social ha generado descontento entre diversos sectores de la población. La juventud, en particular, ha sido objeto de un enfoque represivo, donde las actividades recreativas y de ocio son vigiladas y sancionadas. Esto ha llevado a un clima de temor y autocensura, donde muchos se sienten inseguros al expresar sus opiniones o participar en manifestaciones.
El futuro de la Ley Mordaza
A medida que se cumplen diez años desde la implementación de la Ley Mordaza, la presión para su reforma continúa creciendo. Las críticas han aumentado, y muchos sectores de la sociedad civil han exigido cambios significativos en la legislación. Sin embargo, el camino hacia la reforma es incierto. La falta de consenso político y la resistencia de ciertos sectores a modificar la ley han dificultado el avance hacia una legislación que respete plenamente los derechos fundamentales.
En este contexto, es crucial que la sociedad civil mantenga la presión sobre los responsables políticos para que se tomen en serio las demandas de reforma. La Ley Mordaza ha demostrado ser un tema divisivo, pero también ha servido como un catalizador para el debate sobre los derechos y libertades en España. La lucha por la derogación o modificación de esta ley es, en última instancia, una lucha por la defensa de los derechos fundamentales y la libertad de expresión en el país.
En resumen, la Ley Mordaza ha dejado una huella significativa en Galicia y en toda España. Con más de 139.000 sanciones y un costo de 86 millones de euros, su impacto es innegable. A medida que se avanza hacia el futuro, la sociedad debe seguir cuestionando y desafiando las normas que limitan la libertad y los derechos de los ciudadanos. La lucha por una legislación más justa y equitativa es una responsabilidad compartida que requiere la participación activa de todos los sectores de la sociedad.