La reciente Conferencia de Presidentes celebrada en Barcelona ha estado marcada por tensiones políticas y un fuerte debate sobre el uso de las lenguas cooficiales en España. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha protagonizado un momento de controversia al abandonar la sala cuando sus homólogos comenzaron a hablar en euskera y catalán, lo que ha generado una serie de reacciones tanto a nivel político como social.
El evento, que reunió a los presidentes autonómicos y al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tenía como objetivo abordar temas cruciales como la vivienda, la educación y la sanidad. Sin embargo, la atención se desvió rápidamente hacia el comportamiento de Ayuso, quien ha sido criticada por su falta de respeto hacia las lenguas cooficiales. En un momento en que el lehendakari Imanol Pradales y el exministro Salvador Illa hicieron uso del euskera y el catalán, respectivamente, Ayuso decidió levantarse y salir de la reunión, lo que fue interpretado como un acto de desprecio hacia la diversidad lingüística del país.
La reacción de Ayuso no pasó desapercibida. Desde el Gobierno Vasco se calificó su salida como una «intolerable falta de respeto» hacia el euskera y sus hablantes. Este tipo de actitudes han sido vistas como un obstáculo para el entendimiento y la convivencia en un país que se caracteriza por su pluralidad cultural y lingüística. La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, también se pronunció al respecto, afirmando que «la diversidad de nuestro país solo ofende a quien tiene una visión muy limitada de España».
Por otro lado, el presidente Pedro Sánchez hizo un llamado al sentido de país del PP para llegar a un pacto en materia de vivienda, enfatizando la necesidad de un diálogo constructivo. En su intervención, Sánchez destacó que España está en un momento de crecimiento y que es fundamental abordar los problemas que afectan a la ciudadanía, como el acceso a la vivienda. Propuso triplicar la inversión pública en vivienda y solicitó la colaboración de las comunidades autónomas para hacer frente a este desafío.
A pesar de las tensiones, algunos presidentes autonómicos, como el gallego Alfonso Rueda, también hicieron uso de sus lenguas regionales, destacando la importancia de la diversidad lingüística. Rueda afirmó que «tener dos lenguas es un privilegio», lo que contrasta con la postura de Ayuso, quien ha manifestado su rechazo a utilizar el sistema de traducción habilitado para garantizar la comprensión mutua entre los representantes institucionales.
La Conferencia de Presidentes se ha convertido en un escenario de confrontación política, donde las diferencias ideológicas y lingüísticas han salido a la luz. La situación se ha complicado aún más con la exigencia de algunos presidentes del PP de convocar elecciones anticipadas, lo que ha llevado a Sánchez a reafirmar que no habrá elecciones hasta 2027. Esta respuesta ha sido vista como un intento de mantener la estabilidad política en un contexto de creciente polarización.
El ambiente en la Conferencia de Presidentes fue tenso desde el inicio, con un encontronazo entre Ayuso y la ministra de Sanidad, Mónica García. Según informes, Ayuso habría negado el saludo a García, acusándola de haberla llamado «asesina» en relación a su gestión durante la pandemia. Este tipo de intercambios refleja la atmósfera de desconfianza y hostilidad que ha caracterizado la política española en los últimos tiempos.
A medida que la reunión avanzaba, Sánchez instó a los presidentes autonómicos a dejar de lado la crispación y a centrarse en los temas importantes que afectan a la ciudadanía. Sin embargo, la salida de Ayuso y su negativa a participar en un diálogo inclusivo han puesto de manifiesto las dificultades que enfrenta el Gobierno para lograr un consenso en cuestiones fundamentales como la vivienda y la educación.
La Conferencia de Presidentes, que debería ser un espacio de diálogo y encuentro, se ha visto empañada por la falta de respeto hacia las lenguas cooficiales y por la polarización política. La situación actual plantea interrogantes sobre el futuro de la convivencia en un país que necesita avanzar hacia un entendimiento mutuo y una colaboración efectiva entre las diferentes administraciones.