Salobreña, un encantador pueblo ubicado en la Costa Tropical de Granada, no solo es conocido por sus casas encaladas y su impresionante castillo nazarí, sino que también esconde una fascinante historia geológica y cultural. Este rincón de Andalucía, que hoy atrae a turistas por su belleza y su rica herencia, fue en tiempos remotos una isla rodeada por el mar. La transformación de Salobreña, desde su origen como una isla hasta convertirse en un importante enclave histórico, es un relato que combina geología, arqueología y la memoria de diversas civilizaciones.
**La Evolución Geológica de Salobreña**
La historia de Salobreña comienza en el Neolítico, cuando los primeros asentamientos humanos se establecieron en cuevas como la del Capitán. En aquel entonces, el área que hoy conocemos como vega era una gran bahía donde desembocaba el río Guadalfeo. Investigaciones geológicas han demostrado que el proceso de transformación de esta isla en tierra firme fue gradual, impulsado por los sedimentos que el Guadalfeo arrastraba a lo largo de los siglos. Este proceso de colmatación se aceleró durante la Edad del Cobre y del Bronce, y aunque en épocas romanas y medievales el peñón aún se alzaba como un prominente promontorio frente al mar, la evolución geológica ha sido clave para entender la riqueza agrícola de la región actual.
La vega de Salobreña, que hoy es un símbolo de fertilidad, se formó gracias a la unión de los sedimentos que llenaron la antigua bahía. Estudios recientes han revelado que no solo el peñón donde se asienta Salobreña fue una isla, sino que también un pequeño promontorio que divide sus playas principales permaneció separado de la tierra firme hasta tiempos relativamente recientes. Este archipiélago costero fue finalmente unido al continente, dando lugar a la fértil vega que conocemos hoy.
**Historia y Cultura: De Selambina a Salobreña**
A lo largo de los siglos, Salobreña ha sido testigo de la llegada y asentamiento de diversas civilizaciones. Originalmente conocida como Selambina por los fenicios, la localidad se transformó en un enclave romano y posteriormente en una alquería musulmana. Durante el siglo XIV, Salubanya alcanzó la categoría de madina, convirtiéndose en un centro administrativo y político bajo el dominio musulmán. El castillo nazarí, que aún se erige majestuosamente, fue símbolo de poder y residencia real, y su historia se entrelaza con la de la villa.
La fortaleza, que ha sido palacio y prisión de príncipes, pasó a manos de alcaides castellanos tras la conquista cristiana. Pasear por sus torres y murallas es como viajar en el tiempo, donde cada piedra cuenta una historia de conquistas y cambios. La memoria de este pasado se enriquece con hallazgos arqueológicos recientes, como los encontrados en la Cueva del Tubo, en la pedanía de Lobres. Allí se han descubierto herramientas de piedra y colgantes que podrían datar de entre 20,000 y 30,000 años, lo que sugiere que este podría ser el yacimiento paleolítico más antiguo documentado en la Costa Tropical.
Estos descubrimientos no solo amplían la cronología del poblamiento humano en la zona, sino que también ofrecen una visión más profunda de cómo era el paleoambiente, la vegetación y la fauna cuando el peñón era una isla. Al recorrer el casco histórico de Salobreña, con sus callejones pintorescos que conducen al castillo, es difícil imaginar que bajo los pies de los visitantes hubo una bahía marina. Sin embargo, este es el encanto de Salobreña: cada rincón guarda la huella de un pasado geológico y humano entrelazado.
Desde los primeros pastores neolíticos hasta los reyes nazaríes, todos han dejado su impronta en esta villa que ha pasado de ser una isla a una fortaleza y, finalmente, a un destino turístico con una identidad cultural única. Mirar el horizonte desde el mirador del peñón es asomarse a miles de años de historia condensados en un paisaje que sigue cautivando a quienes lo visitan. La historia de Salobreña es un recordatorio de cómo la geografía y la cultura pueden entrelazarse para crear un lugar verdaderamente especial en el corazón de Andalucía.