Las recientes elecciones parlamentarias en Moldavia han marcado un hito significativo en la política del país, donde la presidenta Maia Sandu y su partido, el Partido de la Acción y Solidaridad (PAS), han logrado una victoria contundente. Con un 45,03% de los votos, el PAS se posiciona como la fuerza dominante en el Parlamento, aunque no logra alcanzar la mayoría absoluta, quedándose a solo dos escaños de este objetivo. Este resultado refleja la firme aspiración de Moldavia de integrarse en la Unión Europea, un deseo que ha sido reafirmado por la participación activa de los ciudadanos en las urnas.
La jornada electoral, que se llevó a cabo en un ambiente tenso debido a amenazas de seguridad y ciberataques, vio una participación del 52,1% entre los votantes, superando el umbral necesario para validar los resultados. Este porcentaje es notablemente superior al 48,30% registrado en las elecciones anteriores de 2021. La participación fue especialmente alta entre la diáspora moldava, que ha sido un pilar fundamental para el PAS, contribuyendo con 271,000 votos desde el extranjero.
El contexto de estas elecciones no solo se limita a la política interna, sino que también está marcado por la influencia externa, especialmente de Rusia. Encuestas previas a la votación indicaron que un 70% de los votantes pro-UE sospechaban de posibles interferencias rusas, mientras que solo un 20% de los detractores del PAS compartían esta preocupación. Esta desconfianza hacia la influencia rusa se ha convertido en un tema central en la narrativa política del país, donde la lucha por la soberanía y la independencia se entrelaza con el deseo de acercarse a Europa.
El Bloque Prorruso, liderado por una coalición de socialistas y comunistas, obtuvo un 27,62% de los votos, lo que subraya la división política en el país. Sin embargo, la victoria del PAS es un claro indicativo de que una parte significativa de la población moldava apoya la orientación proeuropea. A pesar de los desafíos, como la precariedad económica y la inestabilidad política, el deseo de un futuro europeo parece prevalecer entre los ciudadanos.
La participación de la diáspora fue crucial, especialmente en países como Reino Unido, Alemania y España, donde muchos moldavos han buscado mejores oportunidades económicas. Sin embargo, la jornada electoral no estuvo exenta de incidentes. Se reportaron amenazas de bomba en varios colegios electorales en el extranjero, lo que generó preocupación y llevó a la suspensión temporal de la votación en algunas localidades. Estos eventos resaltan la tensión que rodea a las elecciones y la polarización que existe en la sociedad moldava.
A medida que se cuentan los votos y se consolidan los resultados, la situación en Moldavia se vuelve cada vez más tensa. Grupos criminales han sido identificados como potenciales provocadores de disturbios, y ya se han realizado detenciones. La policía ha advertido sobre la posibilidad de protestas y disturbios en respuesta a los resultados electorales, lo que podría desestabilizar aún más el clima político del país. La oposición, liderada por el expresidente Igor Dodon, ha llamado a la movilización pacífica, acusando al gobierno de manipulación electoral y pidiendo la dimisión de funcionarios clave.
La situación en Moldavia es un reflejo de las complejidades de la política en Europa del Este, donde las aspiraciones de integración europea chocan con las influencias históricas y geopolíticas de Rusia. La victoria del PAS es un paso hacia adelante en la búsqueda de una mayor integración con la UE, pero también plantea desafíos significativos en términos de gobernabilidad y estabilidad interna. La comunidad internacional estará atenta a cómo se desarrollan los acontecimientos en los próximos días y semanas, ya que Moldavia navega por un camino lleno de obstáculos en su búsqueda de un futuro más europeo.