La tortura blanca es una de las prácticas más atroces que se han documentado en el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela. Este método, que implica el aislamiento total de una persona en una celda de hormigón pintada de blanco, con luz artificial encendida constantemente, ha sido utilizado por el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) para descomponer psicológicamente a sus víctimas. Lorent Saleh, un activista político venezolano que fue víctima de esta tortura durante cuatro años, ha compartido su experiencia y su lucha por los derechos humanos desde su liberación en 2018.
Saleh, nacido en 1988 y con raíces asturianas, fue secuestrado en Colombia en 2014 y entregado al SEBIN, donde sufrió torturas y condiciones inhumanas. Su liberación fue el resultado de una intensa presión internacional, incluyendo la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el Parlamento Europeo, que le otorgó el prestigioso Premio Sajarov en 2017, un reconocimiento a los defensores de los derechos humanos. Desde su llegada a España, ha continuado su activismo, denunciando las violaciones de derechos humanos en Venezuela y trabajando en colaboración con diversas organizaciones internacionales.
**La experiencia de «La Tumba»**
«La Tumba» es el nombre que se le da al centro de tortura donde Saleh fue encarcelado. Ubicado en el centro de Caracas, este lugar ha sido diseñado específicamente para llevar a cabo la tortura blanca. Saleh describe su experiencia en este lugar como un proceso de deshumanización, donde la privación de libertad y la falta de contacto con el mundo exterior se convierten en herramientas de control. A pesar de las condiciones extremas, Saleh encontró la manera de resistir, aferrándose a su fe y a la idea de que su lucha por la libertad no había terminado.
La situación actual en Venezuela es alarmante, con más de 900 presos políticos y un éxodo masivo de ciudadanos que huyen de la crisis humanitaria. Saleh enfatiza que la dictadura de Maduro se sostiene a través del terror y la represión, y que la comunidad internacional a menudo mira hacia otro lado, permitiendo que estas violaciones de derechos humanos continúen. Su mensaje es claro: la lucha por la libertad y la democracia no debe darse por sentada, y es responsabilidad de todos defender estos valores.
**Un nuevo comienzo en España**
Tras su liberación, Saleh fue expatriado a España, donde ha encontrado un nuevo hogar en Ribadeo, un lugar que le ofrece la paz y la tranquilidad que tanto necesitaba después de su experiencia traumática. En Ribadeo, ha comenzado a construir una nueva vida, combinando su activismo político con la agricultura. Saleh ha descubierto que trabajar la tierra le proporciona una terapia invaluable, ayudándole a sanar las heridas del pasado. A pesar de su dedicación a la agricultura, no ha dejado de lado su compromiso con la defensa de los derechos humanos, colaborando con el Parlamento Europeo y otras organizaciones para seguir denunciando la situación en Venezuela.
La vida familiar también ha sido un pilar fundamental en su proceso de adaptación. Saleh es padre de tres pequeños, y su deseo es que crezcan en un entorno donde puedan disfrutar de la libertad y la naturaleza, lejos de los fantasmas del pasado. A menudo reflexiona sobre cómo contarles a sus hijos sobre su experiencia en «La Tumba» y la importancia de valorar la libertad. Su objetivo es que ellos descubran el mundo desde una perspectiva positiva, sin el peso de las experiencias traumáticas que él vivió.
La lucha de Lorent Saleh es un recordatorio de que la defensa de los derechos humanos es una tarea continua y que la libertad debe ser defendida diariamente. Su historia resuena en un momento en que el mundo enfrenta desafíos similares, y su llamado a la acción es un mensaje que no debe ser ignorado. La historia de Venezuela es una advertencia sobre lo que puede suceder cuando se permite que la tiranía y la represión se arraiguen, y la voz de activistas como Saleh es crucial para mantener viva la esperanza de un futuro mejor.