En los últimos años, la gastronomía ha experimentado un fenómeno peculiar que ha capturado la atención de millones: el gastrocringe. Este término, acuñado por el chef Julián Otero, se refiere a la mezcla de vergüenza ajena y fascinación que generan ciertos contenidos culinarios en las redes sociales. Desde hamburguesas gigantes bañadas en oro hasta recetas que parecen parodias, el gastrocringe se ha convertido en un fenómeno cultural que invita a reflexionar sobre nuestra relación con la comida y el consumo en la era digital.
**El Surgimiento del Gastrocringe**
El gastrocringe no es solo un término divertido; es una crítica a la forma en que la comida se ha transformado en un espectáculo visual. En un mundo donde las redes sociales dominan nuestras interacciones, la comida ha dejado de ser solo un sustento para convertirse en un contenido que se consume y se comparte. Otero, quien forma parte del equipo de i+D del restaurante Mugaritz, ha observado cómo la gastronomía se ha visto invadida por un tsunami de contenidos que buscan ser virales a cualquier costo. En este contexto, el gastrocringe surge como una respuesta crítica a la banalización de la comida y la cultura culinaria.
El chef ha recopilado en su cuenta de Instagram ejemplos de gastrocringe, comentando cada uno desde un enfoque humorístico pero con un trasfondo de activismo social. «Se trata de señalar a los creadores de contenido que no están haciendo un buen trabajo y hacerles ver que su ignorancia no debe quedar impune», afirma Otero. Este enfoque busca no solo entretener, sino también generar una reflexión sobre lo que consumimos y cómo lo hacemos.
**La Psicología Detrás del Contenido Cringe**
La atracción que ejercen los vídeos de gastrocringe no es casualidad. Detrás de ellos operan mecanismos psicológicos que capturan nuestra atención y nos mantienen enganchados. Según la psicóloga Teresa Terol, el sistema de recompensa cerebral se activa ante estímulos placenteros, lo que explica por qué sentimos una especie de alivio al ver situaciones incómodas que no nos involucran directamente. Este fenómeno se relaciona con la vergüenza ajena, donde el espectador experimenta una validación personal al compararse con lo que ve en pantalla.
Además, el contenido gastrocringe utiliza estrategias de neuromarketing que apelan a nuestra curiosidad y emociones. Los creadores de estos vídeos suelen emplear un lenguaje infantil y exagerado, lo que genera una conexión emocional con el espectador. Este tipo de contenido no solo busca entretener, sino también provocar una reacción emocional intensa, utilizando colores vibrantes y texturas irresistibles que estimulan nuestros sentidos.
La combinación de estos elementos crea un ecosistema donde lo grotesco gana visibilidad y lo banal se presenta como revelación. En este sentido, el gastrocringe se convierte en una forma de narrar el agotamiento estético de nuestra época, donde la comida se transforma en un meme y el meme en una manera de criticar la cultura del exceso.
**El Modívoro y la Búsqueda de lo Viral**
El término modívoro, también acuñado por Otero, describe a aquellos que consumen tendencias culinarias no por hambre o placer, sino por el deseo de estar al día con lo que es viral. En una sociedad donde la mayoría de los alimentos son accesibles y envasados, la neofilia —el deseo de probar lo nuevo— se ha desatado, llevando a las personas a buscar experiencias extremas y sorprendentes en la comida.
Este fenómeno ha llevado a la creación de platos imposibles que buscan ser compartidos en redes sociales. La obsesión por lo viral ha transformado la forma en que percibimos la comida, convirtiéndola en un espectáculo que debe ser mostrado y performado. La comida ya no es solo un acto de nutrición, sino una forma de expresión cultural que refleja nuestras identidades y aspiraciones.
La influencia de las redes sociales en la gastronomía ha llevado a un cambio en la forma en que se presentan los alimentos. Las hamburguesas bañadas en oro o los postres que desafían la lógica culinaria son ejemplos de cómo la búsqueda de lo viral ha llevado a una cultura de excesos. Este tipo de contenido no solo busca atraer la atención, sino también provocar una reacción emocional que mantenga al espectador enganchado.
**Reflexiones sobre el Futuro de la Gastronomía**
El gastrocringe y el fenómeno del modívoro plantean preguntas importantes sobre el futuro de la gastronomía y nuestra relación con la comida. A medida que la cultura digital continúa evolucionando, es crucial reflexionar sobre cómo consumimos y compartimos contenido culinario. La comida, que históricamente ha sido un símbolo de comunidad y cultura, se enfrenta a un desafío en la era del algoritmo, donde lo que importa es la apariencia y la viralidad.
La crítica de Otero al gastrocringe invita a los consumidores a ser más conscientes de lo que ven y comparten. En un mundo donde la comida se ha convertido en un espectáculo, es fundamental recordar que detrás de cada plato hay una historia, una cultura y un significado que merece ser respetado. La gastronomía, en su esencia, debe seguir siendo un espacio para la creatividad, la conexión y la celebración de la diversidad cultural, más allá de la búsqueda de lo viral.