La COP30 ha comenzado oficialmente en Belém, Brasil, y se perfila como una de las cumbres climáticas más críticas de la última década. Con la participación de delegaciones de 170 países, el evento se desarrolla en un contexto de bajas expectativas y un creciente escepticismo sobre la efectividad del multilateralismo en la lucha contra el cambio climático. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha hecho un llamado a la unidad global, afirmando que «La Tierra es una y la humanidad es una. Las respuestas deben venir de todos y para todos». Este mensaje resuena en un momento en que las tensiones geopolíticas y la falta de compromiso de algunos líderes mundiales amenazan con socavar los esfuerzos por abordar la crisis climática.
Uno de los temas centrales de la cumbre es la necesidad de un enfoque colaborativo para enfrentar el cambio climático. Laurence Tubiana, una de las arquitectas del Acuerdo de París, ha advertido que lo que está en juego es la supervivencia del espíritu de dicho acuerdo. La cumbre se presenta como una oportunidad para reafirmar el compromiso global hacia la acción climática, especialmente en un contexto donde algunos líderes, como el expresidente estadounidense Donald Trump, han cuestionado la validez del cambio climático. La ausencia de delegaciones de alto nivel, como la de Estados Unidos y Argentina, ha generado preocupación sobre la efectividad de las negociaciones.
A pesar de estas dificultades, la COP30 ha logrado un avance significativo antes de su inicio oficial con el lanzamiento del Fondo Bosques Tropicales para Siempre (TFFF). Este fondo tiene como objetivo conservar más de mil millones de hectáreas de selvas, buscando atraer inversiones de 25,000 millones de dólares en aportaciones públicas y hasta 100,000 millones de dólares en capital privado. Lula da Silva ha destacado los logros de Brasil en la reducción de la deforestación en la Amazonía, un punto crucial en la agenda climática global.
### Desafíos y Oportunidades en la Lucha Contra el Cambio Climático
Uno de los principales desafíos que enfrenta la COP30 es la necesidad de reducir las emisiones de CO2 de manera significativa. Aunque 100 países han presentado actualizaciones sobre sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, las proyecciones indican que los recortes propuestos son insuficientes. Se estima que las reducciones oscilarán entre el 10% y el 15% para el año 2035, cuando se requiere un recorte del 60% para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1.5 grados Celsius. El secretario general de la ONU, António Guterres, ha calificado esta situación como un «fracaso moral» y ha instado a los líderes a actuar con urgencia.
La producción de combustibles fósiles prevista hasta 2030 es el doble de lo necesario para cumplir con los objetivos climáticos establecidos. Este hecho pone de relieve la resistencia que existe en torno a la transición hacia energías más limpias. Lula da Silva ha instado a los delegados a desarrollar una hoja de ruta para superar la dependencia de los combustibles fósiles de manera ordenada y justa. Sin embargo, cualquier intento de abordar la cuestión de los combustibles fósiles se enfrenta a una fuerte oposición por parte de los países productores.
Otro aspecto crucial de la COP30 es el Nuevo Objetivo de Financiación Climática, que se alcanzó en la COP29. Los países desarrollados se comprometieron a proporcionar 300,000 millones de dólares anuales a las naciones en desarrollo, un compromiso que se espera que aumente a 1.3 billones de dólares con la participación del sector privado y bancos multilaterales. Sin embargo, la brecha entre el norte y el sur sigue siendo un tema candente en las negociaciones, y se espera que las discusiones sobre la financiación de la mitigación y adaptación climática sean un punto de fricción en la cumbre.
La COP30 se desarrolla en un contexto donde la industria del petróleo ha sido criticada por su influencia en las negociaciones climáticas. La participación de más de 5,000 lobistas en las últimas cumbres ha puesto de manifiesto la necesidad de una mayor transparencia y responsabilidad en la toma de decisiones. A medida que el mundo se enfrenta a una crisis climática sin precedentes, la presión sobre los líderes mundiales para que actúen de manera decisiva y efectiva es más intensa que nunca. La cumbre de Belém representa una oportunidad crucial para que la comunidad internacional reafirme su compromiso con la acción climática y trabaje en conjunto para abordar los desafíos que se avecinan.
