En Galicia, la desigualdad no se limita a los ingresos, sino que se manifiesta de manera alarmante en la distribución del patrimonio. Un reciente informe del Centro de Políticas Económicas de Esade revela que el 1% de la población más rica de la comunidad acumula un 28,6% de la riqueza total, posicionándose como la segunda comunidad con mayor concentración de riqueza en España, solo superada por Madrid, que alcanza un 34,6%. Esta situación plantea un panorama preocupante, donde el 10% más adinerado concentra más de la mitad de la riqueza, dejando al resto de la población con un acceso limitado a los recursos económicos.
### La Estructura de la Riqueza en Galicia
El informe destaca que la concentración de riqueza en Galicia es más pronunciada que en otras comunidades autónomas, a pesar de que la riqueza media por hogar, que se sitúa en 325.100 euros, es relativamente alta. Este dato es engañoso, ya que la riqueza se distribuye de manera desigual. Mientras que el 1% más rico posee un 28,6% de la riqueza, el siguiente 9% acumula un 28,1%. En contraste, el 50% de los gallegos con menos riqueza apenas controla un 7,5% del total, lo que evidencia una brecha patrimonial significativa.
Los nombres de algunas de las fortunas más reconocidas en Galicia, como Amancio Ortega, fundador de Inditex, y su hija Sandra Ortega, son representativos de esta concentración. Junto a ellos, otros empresarios destacados como Juan Carlos Escotet, presidente de Abanca, y diversas familias históricas en el ámbito empresarial, como los García Pardo y los Fernández Somoza, contribuyen a elevar la concentración de riqueza en la cúspide. Este fenómeno se ve acentuado por la presencia de grandes corporaciones gallegas, que generan patrimonios significativos para unas pocas familias, en contraste con comunidades donde predominan las pequeñas y medianas empresas.
### Factores que Aumentan la Desigualdad Patrimonial
La singularidad de la situación gallega puede atribuirse a varios factores. Uno de los más relevantes es la estructura productiva de la región, que está marcada por la presencia de grandes multinacionales y corporaciones. Empresas como Inditex, Reganosa, y Abanca no solo generan empleo, sino que también concentran la riqueza en manos de unos pocos. Esto contrasta con otras comunidades donde el tejido empresarial es más diverso y equilibrado, lo que permite una distribución más homogénea de la riqueza.
Además, la composición de los activos que conforman la riqueza de los hogares gallegos es un aspecto crucial. La vivienda habitual representa el 25,6% del patrimonio total, un porcentaje que, aunque inferior al de otras comunidades, sigue siendo significativo. Por otro lado, las cuentas corrientes constituyen un 18,1% del patrimonio, lo que indica una dependencia considerable de los activos financieros, especialmente entre los hogares más adinerados. Esta dependencia resalta la vulnerabilidad de la mayoría de la población, que se ve obligada a depender de la vivienda como su principal forma de patrimonio.
Otro factor que contribuye a la desigualdad es el envejecimiento de la población gallega. Galicia es una de las comunidades más envejecidas de Europa, lo que influye en la concentración de riqueza. Las herencias transmitidas dentro de familias con patrimonios significativos refuerzan la posición del 1% más rico, perpetuando así la desigualdad. Mientras que la clase media-baja tiene un patrimonio limitado, las grandes fortunas se transmiten a lo largo de generaciones, consolidando aún más la concentración de riqueza.
El índice de Gini de riqueza, que mide la desigualdad en la distribución de la riqueza, coloca a Galicia en un 69,8, cerca de la media nacional de 71,3. Esto sitúa a la comunidad en una posición intermedia-alta en términos de desigualdad, menos desigual que Madrid o Baleares, pero más que Asturias o Aragón. Esta combinación de una riqueza media inferior a la nacional y una desigualdad alta presenta un panorama desfavorable para la mayoría de la población gallega.
La radiografía de la distribución de la riqueza en Galicia revela dos realidades contrastantes: por un lado, la concentración de riqueza en manos de unos pocos, y por otro, una clase media que lucha por mantener su posición en un entorno económico cada vez más desigual. La situación exige un análisis profundo y un debate sobre las políticas necesarias para abordar esta desigualdad, que no solo afecta a la economía, sino también al tejido social de la comunidad.
		