La activista gallega Sandra Garrido ha captado la atención de la opinión pública tras su reciente regreso a Santiago de Compostela, luego de participar en la Global Sumud Flotilla, un esfuerzo internacional para llevar ayuda humanitaria a Gaza. Este viaje, que comenzó en el puerto de Barcelona, se convirtió en una experiencia traumática para Garrido y sus compañeros, quienes fueron interceptados por las fuerzas israelíes en aguas internacionales. La historia de Garrido no solo destaca su valentía, sino que también pone de relieve la complejidad del conflicto en la región y la lucha por los derechos humanos.
La Flotilla, que partió con la intención de romper el bloqueo impuesto por Israel sobre Gaza, estaba compuesta por activistas de diversas nacionalidades, incluyendo a la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Sin embargo, el viaje se tornó oscuro cuando el buque Sirius, en el que viajaba Garrido, fue asaltado por las tropas israelíes. «La interceptación fue un momento complicado, especialmente porque el mar no estaba tranquilo en ese momento», recuerda Garrido. A pesar de sus intenciones pacíficas, la activista fue detenida y llevada a Israel, donde pasó por una serie de experiencias desgarradoras.
### La Detención y el Tratamiento en Prisión
Una vez en Israel, Garrido y sus compañeros fueron llevados al puerto de Ashdod, donde fueron sometidos a un registro exhaustivo y despojados de sus pertenencias. «Estuvimos unas siete horas de rodillas y con las manos atadas con bridas. Era como un campo de concentración al aire libre», relata Garrido. La activista describe la situación como surrealista, especialmente cuando el ministro israelí Ben Gvir los llamó terroristas. La deshumanización que experimentaron fue evidente, y Garrido se negó a firmar cualquier documento que pudiera legitimar el robo de sus pertenencias.
Posteriormente, fueron trasladados a la prisión de Ktzi’ot, un centro de alta seguridad en el desierto del Néguev. Allí, las condiciones eran deplorables. «Nos llevaron a celdas de unos ocho metros por cuatro, donde dormían 15 personas. No nos dieron agua en ningún momento, solo podíamos beber de un grifo con un vaso de plástico que se rompía fácilmente», explica. La falta de agua potable y las condiciones de hacinamiento hicieron que la situación fuera aún más angustiante. Para protestar por el trato recibido, Garrido decidió iniciar una huelga de hambre, un acto de resistencia que refleja su determinación y compromiso con la causa.
### La Lucha por los Derechos Humanos
La experiencia de Garrido en la prisión no solo fue un testimonio de su valentía, sino también una llamada de atención sobre la situación de los palestinos en cárceles israelíes. «Si esto nos pasa a nosotros, imagínate a los miles de palestinos que se encuentran en cárceles israelíes. Israel hace lo que quiere y como quiere», afirma Garrido. Su relato pone de manifiesto la necesidad de seguir luchando por los derechos humanos y la justicia en la región.
A su regreso a Santiago, Garrido no solo compartió su experiencia, sino que también hizo un llamado a la acción. Reforzó la convocatoria a una huelga general programada para el 15 de octubre, instando a la población a no permanecer en silencio ante lo que considera un genocidio en Gaza. Su mensaje es claro: la lucha por la justicia y la paz en la región no debe cesar, y es fundamental mantener la atención sobre la situación en Gaza.
La historia de Sandra Garrido es un recordatorio poderoso de que la lucha por los derechos humanos es una responsabilidad colectiva. A medida que el conflicto en Gaza continúa, es esencial que las voces de quienes se atreven a alzar la voz sean escuchadas. La valentía de Garrido y su compromiso con la causa son un ejemplo de cómo la solidaridad internacional puede marcar la diferencia en la vida de aquellos que sufren bajo la opresión.
La activista gallega ha regresado a casa, pero su lucha está lejos de terminar. Con cada palabra que comparte, con cada acción que emprende, Garrido se convierte en un símbolo de resistencia y esperanza para muchos. Su historia no solo es un testimonio de su valentía, sino también un llamado a la acción para todos aquellos que creen en un mundo más justo y humano.