La situación de los incendios forestales en España ha evolucionado de manera alarmante en las últimas décadas. Aunque la masa forestal ha aumentado un 7% desde el año 2005, la naturaleza de los incendios ha cambiado drásticamente. Hoy en día, los incendios son más grandes, más rápidos y más explosivos, lo que ha llevado a expertos a advertir que estamos entrando en una era de incendios que no se pueden apagar. Este fenómeno no solo representa un riesgo para el medio ambiente, sino que también tiene implicaciones significativas para la salud pública y la economía del país.
**El Aumento de la Superficie Forestal y sus Consecuencias**
A pesar del incremento en la superficie forestal, que ha alcanzado más de 28,4 millones de hectáreas, este crecimiento no se traduce en un aumento de bosques sanos y resilientes. Según el último informe de la WWF, el 89% de los bosques en España se encuentran en un estado desfavorable. Este deterioro se debe a múltiples factores, entre ellos el abandono de prácticas agrícolas y ganaderas, así como la despoblación rural. En 2019, se estimó que al menos 2,32 millones de hectáreas estaban abandonadas o sin aprovechamiento agrario, y se proyecta que para 2030, cerca del 10% de la superficie agraria podría estar en riesgo alto o muy alto de abandono.
El paisaje homogéneo y la falta de gestión adecuada de los montes agravan la situación. La combinación de campos más secos, olas de calor y el abandono de los montes ha creado un cóctel peligroso que alimenta la intensidad de los incendios. Estos incendios extremos, conocidos como incendios de sexta generación, son capaces de generar pirocúmulos, nubes de gases y vapor de agua que pueden derivar en tormentas de fuego, como se evidenció en el trágico incendio que cobró la vida de dos agricultores en Segarra, Lleida.
**La Crisis Ecológica y la Necesidad de Medidas Estructurales**
La WWF ha señalado que los incendios forestales son un síntoma de una crisis ecológica, climática y territorial. Sin medidas estructurales adecuadas, la frecuencia e intensidad de estos incendios seguirán aumentando. Lourdes Hernández, especialista del programa de Bosques de WWF, enfatiza que la única forma de evitar que los grandes incendios continúen devastando comarcas enteras es adaptando el territorio para hacerlo menos inflamable. Esto implica no solo la realización de tratamientos selvícolas puntuales, sino una reestructuración integral del paisaje.
La falta de una visión a largo plazo en la gestión de incendios ha llevado a que las modificaciones normativas sean meramente reactivas, abordando situaciones específicas sin tratar el problema estructural. La prevención debe ir más allá de la prohibición de barbacoas o el uso de maquinaria en momentos críticos; se necesita un enfoque que contemple la creación de paisajes que reduzcan las emergencias. Esto incluye la promoción de prácticas agrícolas sostenibles y el fomento de la ganadería extensiva, que han sido claves en la gestión del paisaje español.
Además, la WWF propone la aprobación de un Real Decreto que establezca criterios comunes en los planes anuales de las comunidades autónomas para la prevención, vigilancia y extinción de incendios forestales. También se sugiere implementar una política de fiscalidad verde, donde quienes contaminan paguen y quienes conservan reciban incentivos. La inversión en investigación e innovación por parte de las administraciones públicas es fundamental para desarrollar estrategias efectivas que mitiguen el riesgo de incendios.
La situación actual de los incendios forestales en España es un claro reflejo de los desafíos que enfrenta el país en el contexto del cambio climático. La combinación de un paisaje en declive, el abandono rural y la falta de políticas efectivas ha creado un escenario propenso a incendios devastadores. La necesidad de actuar es urgente, y la implementación de medidas estructurales y sostenibles es esencial para proteger tanto el medio ambiente como la vida de las personas que habitan en estas áreas vulnerables.