Durante el verano, muchas personas experimentan alteraciones en sus hábitos de sueño debido a las vacaciones y a la flexibilidad de los horarios. Este cambio repentino en el horario de descanso puede tener efectos negativos en la salud mental y física, dificultando la concentración y aumentando la irritabilidad. La especialista en Neurofisiología del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja, Sonia Montilla, explica que modificar de forma abrupta la hora de acostarse y levantarse altera los ritmos circadianos, que son esenciales para regular funciones vitales como la secreción de hormonas, la temperatura corporal y la presión arterial.
### Consecuencias de Alterar el Sueño
El desajuste en los ritmos circadianos puede llevar a una serie de problemas de salud, incluyendo insomnio, somnolencia diurna y dificultades para concentrarse. Estos síntomas son especialmente comunes en personas que trabajan en turnos rotatorios o nocturnos, quienes deben adaptar su ciclo biológico a horarios que no son naturales. Esta situación incrementa el riesgo de desarrollar trastornos del sueño crónicos, así como problemas metabólicos y cardiovasculares a largo plazo.
Además, el fenómeno conocido como ‘jet lag social’ se ha vuelto cada vez más relevante. Este término se refiere a la discrepancia entre el reloj biológico interno de una persona y las exigencias sociales o laborales. Pablo Ramos, psicólogo de Blua de Sanitas, señala que la acumulación de hábitos de sueño irregulares puede ser tan perjudicial como cruzar varios husos horarios. La falta de un sueño de calidad no solo afecta la cantidad de horas que dormimos, sino también la regularidad y la calidad del mismo, lo que puede tener un impacto directo en el sistema inmunológico, endocrino y cardiovascular.
### Estrategias para Minimizar el Impacto
Para mitigar los efectos negativos de los cambios en los horarios de sueño, los expertos de Sanitas recomiendan una serie de estrategias. Una de las más efectivas es anticiparse a la vuelta a la rutina ajustando gradualmente los horarios de sueño en los días previos al regreso al trabajo o a la escuela. Esto puede ayudar a que el cuerpo se adapte de manera más suave a los nuevos horarios.
Además, es aconsejable evitar comidas copiosas o estimulantes antes de dormir, como el café o el alcohol, ya que estos pueden interferir con la calidad del sueño. Limitar el uso de dispositivos electrónicos por la noche también es crucial, ya que la luz azul emitida por las pantallas inhibe la producción de melatonina, la hormona responsable de regular el sueño.
Las siestas, aunque pueden ser beneficiosas, deben hacerse con moderación. Se recomienda que sean cortas, de entre 20 y 30 minutos, y que se realicen a primera hora de la tarde. Si se extienden demasiado, pueden dificultar el descanso nocturno. Otro aspecto importante es la exposición a la luz natural, que actúa como el principal sincronizador del reloj interno. Después de un vuelo hacia el este, es recomendable exponerse a la luz matinal, mientras que en viajes hacia el oeste, la luz de la tarde puede ayudar a retrasar el ciclo de sueño.
Finalmente, los especialistas advierten que si los problemas de sueño persisten durante más de dos semanas o afectan el rendimiento diario, es fundamental consultar con un profesional de la salud. Ignorar estos síntomas puede llevar a que el trastorno se cronifique, afectando de manera significativa la calidad de vida.
En resumen, el cambio brusco en los horarios de sueño puede tener un impacto considerable en la salud mental y física. Adoptar medidas preventivas y ser conscientes de la importancia de mantener una rutina de sueño regular puede ayudar a minimizar estos efectos negativos y promover un bienestar general.