La historia de Zara, una de las marcas de moda más influyentes a nivel mundial, está marcada por un curioso giro del destino que ha permanecido en la sombra durante décadas. Aunque comúnmente se atribuye a Amancio Ortega la decisión de nombrar a su primera tienda como Zara, un grupo de jóvenes empleadas ha revelado que fueron ellas quienes, en un momento de improvisación y creatividad, decidieron el nombre que hoy es sinónimo de moda y estilo.
### La Creación del Nombre Zara
En 1975, A Coruña fue testigo de la apertura de la primera tienda de Zara en la calle Juan Flórez. Originalmente, la tienda iba a llamarse Zorba, pero un comercio de calzado cercano ya utilizaba ese nombre. Ante la inminente inauguración y con las letras del letrero ya listas, el encargado de la tienda se vio en la necesidad de cambiar el nombre. Fue entonces cuando las jóvenes dependientas, con apenas 15 años, comenzaron a jugar con las letras que tenían a su disposición. «Zor, Zar… Zara», fue la propuesta que surgió entre risas y bromas, y así se quedó.
Menchu Penas, una de las dependientas fundadoras, recuerda cómo la decisión fue casi un acto de supervivencia. «Nunca se ha dicho, pero fue una decisión práctica, casi improvisada, y nuestra. No fue cosa de Amancio», afirma con orgullo. Esta anécdota no solo revela la espontaneidad del momento, sino también el espíritu colaborativo que caracterizaba a las primeras trabajadoras de Zara.
Mariví Martínez, otra de las empleadas originales, también confirma esta historia. «Fuimos nosotras las que decidimos el nombre. No fue Amancio como siempre se ha contado», asegura. Este relato pone de manifiesto la importancia de las voces femeninas en la historia de la marca, que a menudo han sido pasadas por alto en favor de la narrativa empresarial tradicional.
### La Originalidad de los Escaparates
Los primeros años de la tienda de Zara no solo se caracterizaron por el ingenioso origen de su nombre, sino también por la creatividad que se reflejaba en sus escaparates. A diferencia de las tendencias minimalistas que predominan en la actualidad, los escaparates de Zara en sus inicios eran un espectáculo visual lleno de elementos inusuales. Jordi, un responsable de escaparates de origen catalán, fue el encargado de diseñar estas llamativas exhibiciones.
Las dependientas recuerdan que los escaparates estaban repletos de objetos sorprendentes, desde bicicletas hasta animales vivos. «Te podías encontrar gallinas, hasta conejos», recuerda Menchu. Este enfoque poco convencional no solo atraía la atención de los transeúntes, sino que también ayudaba a establecer la tienda como un lugar único en la ciudad. La originalidad de los escaparates contribuyó a que Zara se convirtiera en un referente en el imaginario colectivo de A Coruña.
Una anécdota memorable involucra a un niño que, atraído por la curiosidad, entró en el escaparate y salió corriendo con un conejo en brazos. Mariví, quien estaba presente en ese momento, recuerda cómo corrió detrás del niño intentando recuperar al conejo. Esta historia, que evoca risas y nostalgia, ilustra la atmósfera vibrante y creativa que rodeaba a la tienda en sus primeros días.
La combinación de un nombre que surgió de la creatividad de sus empleadas y la originalidad de sus escaparates sentó las bases para lo que Zara se convertiría en el futuro. Hoy en día, la marca es reconocida no solo por su moda accesible, sino también por su capacidad de adaptarse a las tendencias y necesidades del mercado global.
La historia de Zara es un testimonio del poder de la creatividad y la colaboración. Las primeras trabajadoras, con su ingenio y sentido del humor, no solo dieron vida a un nombre, sino que también establecieron un legado que perdura hasta hoy. En un mundo donde las narrativas empresariales suelen centrarse en figuras individuales, es fundamental recordar y celebrar las contribuciones colectivas que han dado forma a las marcas que conocemos y amamos. La historia de Zara es, en última instancia, una celebración de la innovación y la comunidad, un recordatorio de que a veces las mejores ideas surgen de los lugares más inesperados.