La Ferretería 4 Caminos, un establecimiento emblemático en A Coruña, se prepara para cerrar sus puertas después de 48 años de servicio ininterrumpido. Manuel Mosquera Rodríguez, quien tomó las riendas del negocio en 1992, junto a su esposa María, ha dedicado su vida a atender las necesidades de la comunidad. Este negocio, que ha estado en funcionamiento desde 1961, tiene sus raíces en una tradición que se remonta a más de un siglo, y su cierre marca el fin de una era para muchos vecinos que han encontrado en sus estanterías soluciones para todo tipo de problemas del hogar.
La decisión de cerrar la ferretería no ha sido fácil para Manuel, quien ha expresado su tristeza al ver que su negocio, que ha sido un pilar en la comunidad, no ha encontrado un sucesor. «Es una pena, cada vez que un cliente me dice que me va a echar de menos, se me encoge un poco el corazón», confiesa. A pesar de que su hijo tiene otras actividades, Manuel espera que alguien se interese por el traspaso del negocio, que ha sido un lugar de encuentro y confianza para muchos.
### La evolución del comercio de ferretería
A lo largo de los años, Manuel ha sido testigo de cómo han cambiado las demandas de los clientes. La ferretería ha adaptado su oferta a las nuevas tendencias y necesidades del mercado. «La herramienta ha cambiado muchísimo; ahora vendemos más maquinaria y polímeros para pegar, mientras que las herramientas tradicionales como puntas y martillos han disminuido en ventas», explica. Este cambio refleja no solo la evolución de los productos, sino también la transformación de la forma en que las personas abordan las reparaciones y mejoras en sus hogares.
La llegada de nuevas tecnologías ha influido en el tipo de artículos que se venden. Por ejemplo, los desparafusadores eléctricos han reemplazado a los manuales, y las linternas de batería han sustituido a las de gas. Manuel también menciona que, en su momento, llegaron a vender electrodomésticos, aunque actualmente se centran en artículos más básicos como utensilios de cocina y carros de compra. Esta adaptabilidad ha sido clave para mantener el negocio a flote durante casi cinco décadas.
A pesar de los cambios, Manuel asegura que el trabajo en la ferretería es gratificante. «Es un trabajo muy bonito que me ha gustado mucho. Mi esposa es más hábil que yo en tareas como cambiar grifos o bombillas. Solo llamamos a un profesional para problemas más serios», comenta con una sonrisa. La dedicación y el cariño que han puesto en su negocio se reflejan en la atención al cliente, donde siempre hay una solución para cualquier necesidad.
### El futuro incierto de la Ferretería 4 Caminos
Con el cierre programado para mediados de diciembre, Manuel se enfrenta a un futuro incierto. A pesar de su deseo de jubilarse y disfrutar de nuevos proyectos, como viajar, siente que dejar su negocio es un paso difícil. «He dedicado tanto tiempo y cariño a esta tienda que cada caja y cada estante tienen una historia», dice con nostalgia. La ferretería no solo ha sido un lugar de trabajo, sino también un espacio donde ha construido relaciones con sus clientes, quienes a menudo regresan con historias y anécdotas.
El desafío de encontrar un sucesor para la Ferretería 4 Caminos no es solo una cuestión de traspaso de negocio, sino también de mantener viva una tradición que ha sido parte de la identidad de la comunidad. Manuel anima a quienes estén pensando en emprender a considerar la posibilidad de hacerse cargo de este legado. «El negocio da para vivir bien, pero hay que trabajar duro. Ocho horas no te las quita nadie, y a veces hay que dedicar tiempo los fines de semana», advierte.
La historia de la Ferretería 4 Caminos es un reflejo de los cambios en el comercio local y la importancia de los pequeños negocios en la vida de las comunidades. A medida que se acerca su cierre, muchos se preguntan qué pasará con este emblemático establecimiento y si alguien estará dispuesto a continuar con su legado. Mientras tanto, Manuel y María seguirán atendiendo a sus clientes con la misma dedicación que han mostrado durante todos estos años, dejando una huella imborrable en A Coruña.