La comunidad del Celta de Vigo se encuentra de luto tras el fallecimiento de Asunción Arias de Castro, quien a sus 102 años se convirtió en la abonada más longeva del club. Nacida el 18 de octubre de 1923, Asunción vivió una vida llena de pasión por el fútbol y, en particular, por el equipo celeste, que ha sido parte fundamental de su existencia. Su historia no solo es un testimonio de amor por el deporte, sino también un reflejo de cómo el fútbol puede unir a las familias y crear lazos que perduran a lo largo de generaciones.
Asunción fue una figura emblemática entre los aficionados del Celta. Desde muy joven, mostró un fervor inquebrantable por el equipo, convirtiéndose en socia en una época en la que el fútbol comenzaba a ganar popularidad en España. Aunque no recordaba con exactitud el año en que se hizo socia, su dedicación al club fue evidente. En una entrevista en 2022, mencionó que había estado vinculada al Celta durante casi 50 años, y su amor por el equipo nunca flaqueó, incluso en sus últimos años, cuando su salud comenzó a deteriorarse. A pesar de las dificultades, Asunción nunca consideró dejar de renovar su abono, un símbolo de su compromiso con el Celta.
La vida de Asunción estuvo marcada por su familia y su pasión por la música. Fue profesora de piano en un conservatorio, lo que demuestra su talento y dedicación a las artes. A lo largo de su vida, transmitió su amor por el Celta a sus hijos, nietos y bisnietos, quienes también se convirtieron en fervientes seguidores del equipo. En una de sus últimas apariciones, Asunción compartió que sus siete hijos, ocho nietos y siete bisnietas eran todos celtistas, destacando que ella era la más apasionada de todos. Esta conexión familiar con el club es un testimonio de cómo el fútbol puede ser un hilo conductor en la vida de las personas, creando recuerdos y tradiciones que se transmiten de generación en generación.
El Celta de Vigo no solo fue un equipo para Asunción, sino una parte integral de su identidad. A lo largo de los años, asistió a numerosos partidos en el estadio de Balaídos, donde vivió momentos inolvidables junto a su familia. A pesar de que en sus últimos años asistía menos a los partidos debido a problemas de salud, su espíritu celtista nunca se apagó. En una ocasión, su nieto Javi recordó cómo su abuela siempre había sido una persona muy familiar y cómo el Celta había sido el nexo que unió a su familia. Cada vez que había un partido importante, la familia se reunía, y si el horario coincidía con la comida familiar, esta se adelantaba para que Asunción pudiera disfrutar del partido.
Asunción Arias de Castro no solo fue una aficionada, sino un símbolo de la historia del Celta de Vigo. Su participación en eventos del club, como el acto con motivo del 95 aniversario del Celta, donde fue la única mujer nacida en 1923, resalta su importancia en la comunidad celeste. Su legado perdurará en la memoria de aquellos que la conocieron y en la historia del club que tanto amó. La comunidad del Celta ha perdido a una de sus más leales seguidoras, pero su espíritu y su amor por el equipo seguirán vivos en las generaciones futuras.
El impacto de Asunción en la comunidad del Celta es innegable. Su vida es un recordatorio de que el fútbol es más que un simple deporte; es una forma de vida que une a las personas y crea lazos inquebrantables. A medida que el Celta de Vigo continúa su camino en el mundo del fútbol, el legado de Asunción Arias de Castro permanecerá como un faro de dedicación y amor por el equipo. Su historia es un ejemplo de cómo la pasión por el fútbol puede trascender el tiempo y las generaciones, dejando una huella imborrable en la vida de quienes lo viven con intensidad.
		