La presencia del Deportivo de La Coruña en la liga no solo es un evento deportivo, sino que también representa un motor económico significativo para la ciudad. Con un promedio de 22,000 aficionados que asisten a cada partido en el estadio de Riazor, el impacto en los negocios locales es innegable. Desde bares y restaurantes hasta tiendas de golosinas, cada establecimiento se beneficia de la afluencia de aficionados que buscan disfrutar de la previa del partido. Este fenómeno se ha convertido en una parte integral de la cultura local, donde el fútbol y la economía se entrelazan de manera efectiva.
Uno de los ejemplos más destacados es El Rompeolas, un bar ubicado cerca del estadio que ha sabido capitalizar la pasión de los aficionados. Javier, uno de los dueños, menciona que los días de partido son cruciales para mantener su negocio a flote, especialmente en los meses más tranquilos del año. «Sin esos dos o tres partidos al mes, no podríamos mantener la plantilla», asegura. Este bar no solo es un lugar para tomar algo, sino que también se ha convertido en un punto de encuentro para los seguidores del Deportivo, donde la Peña Rompeolas organiza comidas y actividades antes de cada encuentro.
La tienda de chuches El Recreo, que cuenta con más de treinta años de historia, también ha notado un aumento significativo en sus ventas los días de partido. Euri, la nueva dueña, destaca que tiene que contratar personal adicional para poder atender a la gran cantidad de clientes que visitan su tienda antes de los partidos. «Los días de partido son los que más se gana. Para mí es fenomenal tener al Dépor tan cerca», comenta con una sonrisa. La tienda se ha convertido en un lugar de referencia para los aficionados que buscan un snack antes de entrar al estadio.
Germán, propietario de Gerchef33, un local de empanadillas argentinas, también ha adaptado su negocio a la afluencia de aficionados. Situado en la Plaza Portugal, Germán ha aprendido a ajustar sus horarios y menús para satisfacer la demanda de los seguidores del Deportivo. «Se nota más gente en la calle. Depende mucho del rival y de la hora del partido», explica. Para él, los partidos son un «pequeño empujón» que ayuda a mantener su negocio en marcha.
El Chiquitín, un bar que ha estado en funcionamiento desde 1987, ha tomado una decisión estratégica al abrir solo los días de partido. Aitor, uno de los hijos del dueño, explica que esta decisión ha permitido maximizar las ventas y crear un ambiente único para los aficionados. «La clientela es espectacular, la gente viene con ganas y el ambiente es único», dice. Este enfoque ha convertido a El Chiquitín en un clásico de las previas de los partidos en Riazor, un lugar donde los aficionados se reúnen para disfrutar de la emoción del fútbol.
Sin embargo, no todos los negocios en la zona se benefician de la afluencia de aficionados. Paula, encargada de una gasolinera Repsol cercana, menciona que una de sus estaciones debe cerrar durante los partidos debido al corte de calles, lo que limita su capacidad de atraer clientes. «En A Coruña, casi nadie mueve el coche para ir a Riazor, así que las ventas son mínimas», reconoce. Este contraste muestra cómo el impacto del Deportivo en la economía local puede variar según el tipo de negocio.
El regreso del Deportivo a la liga no solo es motivo de celebración para los aficionados, sino que también representa una oportunidad para revitalizar la economía local. Javier, Euri, Germán y Aitor, junto con otros dueños de negocios, esperan con ansias cada partido en casa, conscientes de que el éxito del equipo también se traduce en éxito para sus establecimientos. La conexión entre el deporte y la economía local es un ejemplo claro de cómo el fútbol puede ser un catalizador para el crecimiento y la cohesión social en una comunidad.
A medida que la temporada avanza, la expectativa crece entre los aficionados y los dueños de negocios. La pasión por el Deportivo no solo se vive en el estadio, sino que se siente en cada rincón del barrio, donde los negocios locales prosperan gracias a la lealtad y el entusiasmo de los seguidores. Este fenómeno no solo enriquece la experiencia de los aficionados, sino que también contribuye a la vitalidad económica de A Coruña, creando un ciclo positivo que beneficia a todos los involucrados. La historia del Deportivo es, en muchos sentidos, la historia de la ciudad misma, un reflejo de su identidad y su espíritu comunitario.