La situación actual del mercado de alimentos en Galicia ha puesto en el centro de atención un producto esencial en la dieta mediterránea: el huevo. En los últimos meses, este alimento ha experimentado un incremento significativo en su precio, convirtiéndose en el producto que más ha subido en la cesta de la compra, con un aumento del 14% entre enero y abril de 2025. Este fenómeno no solo afecta a los consumidores, sino que también tiene repercusiones directas en la industria de la hostelería, especialmente en aquellos establecimientos que dependen en gran medida de este ingrediente, como los restaurantes especializados en tortillas.
El aumento en el precio del huevo se ha visto impulsado por varios factores, entre los que destaca la gripe aviar que ha afectado a granjas en Estados Unidos y Europa. Esta situación ha generado una presión considerable en el mercado internacional, lo que ha llevado a un encarecimiento de las materias primas. Según el Índice de Precios de Consumo (IPC), el huevo ha registrado un aumento interanual del 16,4%, lo que representa el tercer mayor encarecimiento en 20 años. En comparación, otros productos como las frutas y el café también han visto incrementos, pero ninguno se acerca al impacto que ha tenido el huevo en la economía gallega.
La tortilla, un plato emblemático en la gastronomía española, es uno de los platos más demandados en los bares y restaurantes de Galicia. Establecimientos como La Tita, ubicado en la Rúa Nova de Santiago, han tenido que adaptarse a esta nueva realidad. Carlos Suárez, gerente del restaurante, ha declarado que han decidido sacrificar su margen de beneficio antes que trasladar el aumento de precios al cliente. Hace cinco años, el coste de una docena de huevos era inferior a un euro, mientras que en la actualidad han llegado a pagar más de dos euros en momentos de alta demanda. Este incremento es significativo, considerando que La Tita consume diariamente alrededor de 1.800 huevos, lo que equivale a unas 150 cajas.
Con la llegada del buen tiempo, la demanda de tortillas y otros platos que utilizan huevo se espera que aumente, lo que plantea la pregunta de si los precios seguirán en ascenso. Desde el restaurante, se muestran optimistas, esperando que la situación se estabilice. Sin embargo, Roberto García, secretario general de Unións Agrarias, advierte que Galicia está sufriendo las consecuencias de lo que ocurre en el mercado internacional. La dependencia de grandes granjas integradoras en la producción avícola significa que los productores locales no perciben los incrementos de precios de la misma manera que los consumidores, lo que crea una desconexión en la cadena de suministro.
El huevo no es el único producto que ha visto cambios drásticos en su precio. El aceite, por ejemplo, ha experimentado una caída del 37,4% en el último año, lo que contrasta con el aumento del 57,2% que ha sufrido desde 2020. Esta disparidad en los precios de los alimentos genera un panorama complejo para los consumidores y los negocios de hostelería, que deben adaptarse constantemente a un entorno económico volátil.
La situación actual plantea un desafío para los restaurantes que dependen de ingredientes frescos y asequibles. La Tita, con su especialidad en tortillas, es un claro ejemplo de cómo la hostelería gallega está lidiando con el aumento de precios. La incertidumbre sobre el futuro de los precios del huevo y otros productos alimenticios es palpable, y muchos en la industria esperan que la situación se normalice pronto. Sin embargo, la realidad es que el mercado de alimentos está interconectado a nivel global, y las decisiones que se toman en un país pueden tener repercusiones en otros, como se ha visto con la gripe aviar en Estados Unidos.
A medida que la temporada alta de turismo se aproxima, los restaurantes gallegos se preparan para un aumento en la demanda. Sin embargo, la preocupación por los precios de los ingredientes esenciales como el huevo persiste. La hostelería, un sector vital para la economía gallega, enfrenta el reto de equilibrar la calidad de sus productos con la necesidad de mantener precios competitivos. La situación actual es un recordatorio de la fragilidad del sistema alimentario y de cómo los cambios en la producción pueden afectar a todos los eslabones de la cadena, desde el productor hasta el consumidor final.
