La situación política en España se encuentra en un punto crítico, especialmente en lo que respecta a la presentación de los Presupuestos Generales del Estado. Este martes, el presidente Pedro Sánchez se enfrenta nuevamente a la obligación constitucional de presentar los presupuestos ante el Congreso de los Diputados, un proceso que ha sido marcado por la falta de cumplimiento en años anteriores. Según el artículo 134 de la Constitución, el Gobierno debe presentar los presupuestos al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior, lo que significa que la fecha límite para este año es el 30 de septiembre. Sin embargo, la historia reciente muestra que Sánchez ha incumplido esta obligación en múltiples ocasiones, con los presupuestos de 2023 presentados el 6 de octubre de 2022, y los de años anteriores también fuera de plazo.
La falta de cumplimiento no es solo un problema administrativo, sino que refleja una serie de complicaciones políticas que el Gobierno enfrenta actualmente. A pesar de que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha anunciado que se presentará una senda de déficit en las próximas semanas, aún no se ha aprobado el techo de gasto, un paso crucial para la elaboración de las cuentas. Esta situación ha llevado a que los socios de Sánchez, como Junts y Podemos, eviten iniciar conversaciones sobre los presupuestos hasta que se cumplan ciertos pactos pendientes. La incertidumbre sobre si se alcanzará un acuerdo con estos partidos ha llevado al Gobierno a contemplar la posibilidad de que el Congreso rechace la nueva senda fiscal, lo que obligaría a prorrogar los presupuestos actuales.
En este contexto, la imagen de ingobernabilidad se vuelve cada vez más palpable. Desde Moncloa, se busca normalizar la pérdida de votaciones para evitar que la percepción de inestabilidad afecte la gobernabilidad del país. A pesar de las promesas de presentar los presupuestos en el Congreso, la falta de una mayoría parlamentaria clara para su aprobación plantea serias dudas sobre la capacidad del Gobierno para avanzar en su agenda legislativa. En este sentido, la situación se asemeja a la de 2016, cuando Sánchez, en su papel de líder de la oposición, criticaba fuertemente los retrasos en la presentación de los presupuestos por parte del Gobierno de Mariano Rajoy.
La historia se repite, y ahora Sánchez se encuentra en una posición similar, enfrentando la presión de sus propios compromisos y la necesidad de mantener la estabilidad política. En sus intervenciones, ha enfatizado la importancia de presentar los presupuestos como un signo de responsabilidad y gobernabilidad, pero las circunstancias actuales sugieren que el camino hacia la aprobación de las cuentas será complicado. La falta de un acuerdo claro con sus socios y la posibilidad de que se utilicen decretos para avanzar en ciertas políticas son indicativos de un panorama político incierto.
### La Estrategia del Gobierno y el Uso de Decretos
La estrategia del Gobierno para manejar esta situación ha incluido el uso de reales decretos, una herramienta legislativa que permite al Ejecutivo tomar decisiones de manera más ágil, pero que también ha sido objeto de críticas. Desde 2018, Sánchez ha firmado más de 150 decretos, lo que ha llevado a cuestionamientos sobre el uso excesivo de esta figura legislativa, que debería ser reservada para situaciones de emergencia. La reciente decisión de imponer un embargo de armas a Israel mediante un real decreto es un ejemplo de cómo el Gobierno busca avanzar en su agenda a pesar de la falta de apoyo parlamentario.
Sin embargo, el uso de decretos también presenta riesgos. Estos deben ser convalidados en un plazo de un mes, y si no se logra el apoyo necesario, decaen automáticamente. Esto significa que el Gobierno está operando en un marco de tiempo limitado, lo que aumenta la presión para conseguir los votos necesarios. La situación se complica aún más con la percepción de que algunos de sus socios, como Podemos, podrían estar dispuestos a tumbar ciertas iniciativas, lo que podría llevar a una mayor inestabilidad.
La falta de claridad sobre la aprobación de los presupuestos y la creciente tensión entre los socios del Gobierno sugieren que el camino hacia la estabilidad política en España es incierto. La presión sobre Sánchez para cumplir con sus promesas y mantener la gobernabilidad se intensifica, y la forma en que maneje esta situación podría tener repercusiones significativas en el futuro político del país. En un clima preelectoral, donde los partidos buscan posicionarse para las próximas elecciones, la capacidad del Gobierno para presentar y aprobar los presupuestos se convierte en un tema central que podría definir su éxito o fracaso en el corto plazo.