Una reciente investigación realizada por Médicos Sin Fronteras (MSF) ha revelado alarmantes denuncias sobre los centros de distribución de alimentos gestionados por la Fundación Humanitaria para Gaza (GHF). Según el informe, estos lugares no solo son inadecuados para la entrega de ayuda humanitaria, sino que se han convertido en escenarios de violencia sistemática y asesinatos orquestados por las fuerzas israelíes y contratistas privados estadounidenses. La organización humanitaria ha instado a la comunidad internacional a cerrar estos centros y devolver la gestión de la ayuda a la ONU.
La investigación de MSF, que se basa en datos médicos y testimonios de pacientes y profesionales de la salud, se llevó a cabo en dos clínicas de la organización en la Franja de Gaza. Los hallazgos indican que, desde que Israel permitió la entrada de alimentos a través de este esquema militarizado, cientos de personas han perdido la vida debido a disparos del ejército israelí o en tumultos al intentar acceder a la ayuda. La directora general de MSF, Raquel Ayora, ha calificado estos centros de distribución como «laboratorios de crueldad», donde la ayuda humanitaria se ha transformado en un mecanismo de control y violencia.
### La Violencia en los Centros de Distribución
El informe titulado «Esto no es ayuda, es un asesinato orquestado» documenta varios incidentes desde la implementación del sistema de distribución de alimentos. MSF ha observado que, ante la falta de alternativas para conseguir comida, muchas familias envían a adolescentes a estos centros, ya que son los únicos que pueden hacer el viaje. Esta situación ha llevado a que numerosos menores resulten heridos por disparos mientras intentan obtener alimentos.
Los datos recopilados por MSF son desgarradores. En las clínicas de Al Mawasi, el 11% de los pacientes atendidos por heridas de bala recibieron disparos en la cabeza o el cuello, mientras que el 19% sufrió lesiones en el pecho, abdomen y espalda. En Jan Yunis, la mayoría de los heridos presentaron disparos en las extremidades inferiores. Estos patrones de lesiones sugieren que los ataques son intencionados, lo que refuerza la acusación de que los centros de distribución son un esquema mortal que institucionaliza la política de hambre impuesta por las autoridades israelíes.
La violencia no se limita a disparos; también se han reportado casos de personas aplastadas o asfixiadas en estampidas, así como multitudes enteras acribilladas a balazos en los puntos de distribución. La situación es tan crítica que MSF ha solicitado a los gobiernos de todo el mundo, especialmente al de Estados Unidos, que dejen de financiar y apoyar a la GHF, argumentando que este sistema de ayuda no solo es ineficaz, sino que también perpetúa un ciclo de violencia y deshumanización.
### La Respuesta Internacional y el Llamado a la Acción
La comunidad internacional ha reaccionado con preocupación ante las denuncias de MSF. Organizaciones de derechos humanos y la ONU han criticado abiertamente la situación en Gaza, señalando que los centros de distribución de alimentos no cumplen con los estándares mínimos de seguridad y protección para los civiles. La falta de una respuesta efectiva por parte de la comunidad internacional ha llevado a un aumento en la desesperación de la población palestina, que se encuentra atrapada en un conflicto prolongado y devastador.
MSF ha instado a que se tomen medidas inmediatas para cerrar los centros de distribución de GHF y devolver la gestión de la ayuda humanitaria a la ONU. La organización argumenta que solo a través de un enfoque humanitario genuino se podrá garantizar la seguridad y el bienestar de los civiles en Gaza. La situación actual, según MSF, es insostenible y requiere una acción urgente para evitar más muertes y sufrimiento.
La violencia en Gaza ha alcanzado niveles alarmantes, y la comunidad internacional enfrenta un dilema ético sobre cómo responder a esta crisis humanitaria. La presión sobre los gobiernos para actuar y garantizar la protección de los civiles es más urgente que nunca. La investigación de MSF no solo pone de relieve la gravedad de la situación en los centros de distribución de alimentos, sino que también plantea preguntas difíciles sobre la responsabilidad de la comunidad internacional en la protección de los derechos humanos y la dignidad de las personas atrapadas en conflictos armados.