La situación en Israel se ha vuelto cada vez más tensa, especialmente en el ámbito militar, donde las relaciones entre el Gobierno de Benjamin Netanyahu y los altos mandos del Ejército están en un punto crítico. Recientemente, el ministro de Defensa, Israel Katz, ha decidido vetar los ascensos propuestos por el jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, lo que ha generado un clima de incertidumbre y desconfianza en las fuerzas armadas del país. Esta decisión se produce en un contexto de creciente presión internacional y una crisis humanitaria en Gaza que ha llevado a la muerte de miles de personas.
Las tensiones comenzaron cuando Zamir, quien asumió el cargo tras la renuncia de su predecesor, Herzi Halevi, propuso la renovación de hasta 30 cargos dentro del Ejército, incluyendo posiciones clave como la del coronel Liron Betito, encargado de la División de Gaza. Sin embargo, estos ascensos requieren la aprobación final del ministro de Defensa, quien ha expresado su desacuerdo con la forma en que se llevaron a cabo las reuniones sobre la dotación de personal. Katz ha señalado que la reunión fue realizada sin su consentimiento y en violación de los procedimientos establecidos, lo que ha llevado a su decisión de bloquear los nombramientos.
Zamir, quien llegó a la cima del mando militar en un momento de crisis, se encuentra ahora en una posición delicada. Su ascenso fue respaldado por su cercanía tanto a Katz como a Netanyahu, pero su reciente cuestionamiento de las estrategias del Gobierno, especialmente en relación con la ocupación de Gaza, ha puesto en duda su lealtad. En una reciente declaración, Zamir advirtió sobre las graves consecuencias humanitarias que podría acarrear una incursión militar en la Ciudad de Gaza, sugiriendo que podría desplazar a cerca de un millón de personas. Esta advertencia ha sido recibida con críticas por parte de algunos sectores, incluyendo a Yair Netanyahu, hijo del primer ministro, quien acusó a Zamir de intentar liderar una rebelión dentro del Ejército.
Mientras tanto, la situación en Gaza se ha deteriorado drásticamente. Según el Ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamas, el número de muertos ha alcanzado cifras alarmantes, con más de 61,000 personas fallecidas desde el inicio de los ataques israelíes. Además, la crisis humanitaria se agrava con la falta de suministros médicos y alimentos, lo que ha llevado a un grupo de 27 países, entre ellos España, a exigir al Gobierno israelí que permita la entrada de más ayuda humanitaria. Este llamado ha sido respaldado por el comisario para los Derechos Humanos del Consejo de Europa, quien instó a los Estados miembros a revisar sus envíos de armas a Israel, en un intento por prevenir violaciones de derechos humanos.
La situación se complica aún más con la crítica de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Comisión Europea, quienes han señalado que la ayuda humanitaria que está llegando a Gaza es insuficiente. Rik Peeperkorn, jefe de la oficina de la OMS para los territorios palestinos ocupados, ha destacado que el 52% de los medicamentos y el 68% de los suministros médicos están completamente agotados, lo que pone en riesgo la vida de miles de personas que dependen de estos recursos para sobrevivir.
La crisis en Gaza y las tensiones internas en el Ejército israelí son un reflejo de un conflicto más amplio que ha estado presente durante décadas. La falta de consenso entre el Gobierno y las fuerzas armadas, así como la presión internacional, podrían tener repercusiones significativas en la política de defensa de Israel y en su relación con la comunidad internacional. A medida que la situación continúa evolucionando, el futuro de la región sigue siendo incierto, con un creciente clamor por una solución pacífica que aborde las necesidades humanitarias y los derechos de todos los involucrados.