El panorama político británico se ha visto sacudido por la reciente dimisión de Angela Rayner, quien ocupaba el cargo de viceprimera ministra y titular de la cartera de Vivienda. Esta renuncia se produce en medio de un escándalo fiscal que ha puesto en tela de juicio la integridad del Gobierno laborista liderado por Keir Starmer. Desde que asumió el poder hace apenas 15 meses, Starmer ha enfrentado la salida de 11 miembros de su Gabinete, lo que refleja una inestabilidad alarmante en su administración.
La renuncia de Rayner, anunciada el 6 de septiembre de 2025, fue provocada por un dictamen del asesor de ética del Gobierno, Laurie Magnus, quien determinó que la exviceprimera ministra había fallado en mantener los estándares de integridad esperados de un miembro del Ejecutivo. A pesar de que Rayner había informado sobre un error en su declaración fiscal, donde pagó menos impuestos de lo debido por la compra de una segunda vivienda, su decisión de no buscar asesoramiento fiscal adicional fue considerada inaceptable. En su carta de renuncia, Rayner expresó su tristeza por la situación, afirmando que nunca fue su intención evadir sus responsabilidades fiscales.
La salida de Rayner no solo representa un golpe para Starmer, sino que también ha sido utilizada por la oposición, especialmente por el Partido Conservador, para criticar la gestión del Gobierno laborista. Kemi Badenoch, líder tory, ha señalado la hipocresía de la situación, recordando cómo Rayner había atacado a ministros conservadores en el pasado por problemas similares. Esta doble moral ha alimentado la narrativa de que el Gobierno laborista está perdiendo el control y la confianza del público.
**Reestructuración del Gabinete**
Ante la crisis, Keir Starmer ha tomado medidas rápidas para reestructurar su Gabinete. David Lammy, quien hasta ahora se desempeñaba como ministro de Exteriores, ha sido nombrado como nuevo número dos del Gobierno y también asumirá la cartera de Justicia. Este movimiento busca no solo llenar el vacío dejado por Rayner, sino también fortalecer la imagen del Gobierno en un momento crítico. Lammy es conocido por su experiencia y su capacidad para manejar situaciones complejas, lo que podría ser un alivio para Starmer en este momento de turbulencia.
Además, Yvette Cooper ha sido designada como nueva ministra de Exteriores, mientras que Shabana Mahmood asumirá el cargo de ministra de Justicia. Este último cambio es significativo, ya que Mahmood tendrá la difícil tarea de abordar la creciente preocupación sobre la inmigración irregular, un tema que ha dominado el debate político en el Reino Unido. La reestructuración también ha afectado a otros ministerios, con cambios en las carteras de Medio Ambiente, Ciencias, Comercio y Trabajo, lo que indica una intención de Starmer de refrescar su equipo y abordar las críticas que enfrenta.
**Un Gobierno en Crisis**
La situación actual del Gobierno laborista es preocupante. Con la salida de Angela Rayner, Starmer ha perdido a uno de sus aliados más cercanos y a una figura clave en su administración. La presión de la oposición y la creciente insatisfacción del público han llevado a muchos a cuestionar la capacidad del Gobierno para gobernar de manera efectiva. Las encuestas recientes sugieren que el Partido de la Reforma, conocido por su retórica euroescéptica y populista, podría obtener una mayoría significativa si se celebraran elecciones en este momento.
La crisis de liderazgo en el Gobierno laborista no solo se limita a las dimisiones. También refleja un descontento más amplio con la dirección del país y la gestión de problemas críticos como la economía, la inmigración y la salud pública. La percepción de que el Gobierno no está a la altura de las expectativas de los ciudadanos podría tener consecuencias duraderas en la política británica.
En este contexto, la habilidad de Starmer para navegar por esta tormenta política será crucial. La reestructuración de su Gabinete es un primer paso, pero necesitará demostrar que su equipo puede trabajar de manera cohesiva y efectiva para abordar los desafíos que enfrenta el país. La presión está sobre él para que no solo mantenga la integridad de su Gobierno, sino que también recupere la confianza del electorado, que parece estar cada vez más distante de las promesas del Partido Laborista.