La enfermedad de Alzheimer, la forma más prevalente de demencia, se ha convertido en un desafío global de salud pública. Con más de 50 millones de personas afectadas en 2018 y proyecciones que indican que esta cifra podría triplicarse para 2050, la urgencia de encontrar métodos efectivos para su detección temprana es más crítica que nunca. En México, el Alzheimer no solo es la principal causa de muerte en personas mayores de 70 años, sino que también representa la segunda causa neurológica que genera más años vividos con discapacidad. Sin embargo, entre el 50% y el 70% de los pacientes no son diagnosticados hasta que la enfermedad ha avanzado considerablemente. Este panorama sombrío está comenzando a cambiar gracias a los avances en el uso de biomarcadores.
Los biomarcadores son sustancias medibles en el cuerpo que reflejan procesos biológicos relacionados con enfermedades. En el caso del Alzheimer, las proteínas beta amiloide y tau son de particular interés. La beta amiloide forma placas entre las neuronas, mientras que la proteína tau se acumula dentro de ellas. La Dra. Myriam Jiménez, directora médica de Biogen México, explica que estas proteínas, que deberían eliminarse, se quedan atrapadas en las neuronas y forman placas, lo que ha llevado a un enfoque renovado en la investigación sobre el Alzheimer.
Tradicionalmente, la obtención de biomarcadores requería métodos invasivos, como la punción lumbar o exploraciones por tomografía por emisión de positrones (PET). Aunque estos métodos son precisos, su costo elevado y la incomodidad que generan limitan su accesibilidad. Sin embargo, la innovación ha llegado con los análisis de sangre, que han demostrado ser una alternativa menos invasiva y más accesible. Estudios recientes indican que estas pruebas pueden predecir la presencia de placas amiloides en el cerebro con más del 90% de exactitud.
En 2025, la FDA aprobó la prueba Lumipulse G pTau217/ß-Amyloid 1-42 Plasma Ratio, que analiza proteínas en plasma para detectar el Alzheimer con alta precisión. Este avance representa un paso significativo hacia la detección temprana y accesible de la enfermedad. Sin embargo, el verdadero desafío radica en llevar estos avances del laboratorio a la práctica clínica. A pesar de su potencial, algunas pruebas aún tienen un costo elevado, alcanzando hasta 1,450 dólares, lo que limita su uso generalizado.
La detección temprana del Alzheimer no solo permite aplicar tratamientos más efectivos, sino que también brinda la oportunidad de implementar estrategias de cuidado que pueden retrasar la progresión de la enfermedad y mejorar la calidad de vida tanto de los pacientes como de sus cuidadores. El futuro de la detección podría incluir métodos aún menos invasivos. Investigaciones actuales están explorando el análisis de la retina, que se considera una “ventana al cerebro”, así como el uso de biomarcadores digitales obtenidos a través de teléfonos inteligentes o dispositivos portátiles. Estos dispositivos podrían registrar patrones de sueño, comportamiento y lenguaje, alertando sobre un posible deterioro cognitivo en etapas iniciales.
En México, la incorporación de biomarcadores en el diagnóstico del Alzheimer podría reducir significativamente el subdiagnóstico y democratizar el acceso a la atención médica. Sin embargo, para que esto sea posible, es fundamental capacitar a los médicos de atención primaria, superar las barreras económicas y establecer protocolos éticos sólidos. La Dra. Jiménez enfatiza la importancia de que estas pruebas lleguen a la atención primaria, donde se puede marcar una diferencia significativa en la vida de millones de personas.
La detección temprana del Alzheimer a través de biomarcadores representa una esperanza renovada en la lucha contra esta devastadora enfermedad. A medida que la investigación avanza y se desarrollan nuevas tecnologías, es crucial que los sistemas de salud se adapten para incorporar estos métodos innovadores, garantizando que todos los pacientes tengan acceso a diagnósticos precisos y oportunos. La colaboración entre investigadores, médicos y responsables de políticas de salud será esencial para transformar estos avances en realidades accesibles para todos.