La fascinación del Vaticano por la astronomía se remonta a siglos atrás, cuando la necesidad de una reforma del calendario llevó a la creación de observatorios que han perdurado hasta nuestros días. Desde el siglo XVI, el interés por la observación astronómica ha sido una constante en la historia del Papado, comenzando con el Papa Gregorio XIII, quien en 1582 instituyó una comisión para corregir el desfase del calendario juliano. Este esfuerzo inicial sentó las bases para el desarrollo de una rica tradición de investigación astronómica que ha continuado evolucionando hasta la actualidad.
### Los Primeros Pasos en la Astronomía Vaticana
El establecimiento de observatorios en Roma, como el del Colegio Romano y la Specola Vaticana, marcó el inicio de un compromiso serio con la astronomía. Durante el periodo de 1850 a 1878, el Padre Angelo Secchi, un jesuita y astrónomo, destacó por su trabajo en la clasificación de estrellas según sus espectros. Su labor fue tan influyente que la NASA decidió honrar su legado al nombrar una de las cámaras de la nave STEREO con su apellido, SECCHI. Sin embargo, la unificación de Italia en 1870 trajo consigo desafíos para los observatorios pontificios, que pasaron a ser propiedad estatal.
Para contrarrestar esta situación, el Papa León XIII refundó la Specola Vaticana en 1891, estableciendo un nuevo telescopio en la ladera detrás de la Basílica de San Pedro. Este nuevo observatorio se unió a un ambicioso programa internacional para cartografiar el cielo, conocido como «La Carte du Ciel». Sin embargo, a medida que la contaminación lumínica de Roma aumentaba, se hizo evidente que un nuevo lugar era necesario para continuar con la investigación astronómica.
### La Era Moderna: Telescopios de Alta Tecnología
En 1935, el Papa Pío XI tomó la decisión de trasladar el observatorio a Castel Gandolfo, a unos 25 km de Roma. Sin embargo, incluso allí, la contaminación lumínica se convirtió en un obstáculo. En 1980, la Santa Sede decidió construir un telescopio moderno en un lugar más remoto y oscuro: el Monte Graham, en Arizona, a 3.300 metros de altitud. Este nuevo telescopio, conocido como VATT (Vatican Advanced Technology Telescope), fue inaugurado en 1993 y representa un avance significativo en la tecnología astronómica.
El VATT cuenta con un espejo de 1,8 metros de diámetro, fabricado mediante una técnica de fundición giratoria que ha sido utilizada en telescopios aún más grandes. Su diseño compacto y estable minimiza las distorsiones de imagen, lo que permite realizar observaciones de alta calidad. Además, el telescopio está equipado con detectores avanzados, incluyendo cámaras de alta velocidad y un espectrógrafo de propósito general, lo que lo convierte en una herramienta invaluable para la investigación astronómica.
El Observatorio del Monte Graham no solo alberga el VATT, sino también otras instalaciones de renombre, como el radiotelescopio de ondas submilimétricas Heinrich Hertz (HHT) y el Gran Telescopio Binocular (LBT), uno de los telescopios más grandes del mundo. Esta colaboración internacional ha permitido al Vaticano posicionarse en la vanguardia de la investigación astronómica contemporánea.
### Investigaciones y Contribuciones Recientes
Desde su establecimiento, el Observatorio del Vaticano ha realizado contribuciones significativas a la astronomía. Sus astrónomos han estado involucrados en la búsqueda de Objetos Compactos Masivos en el Halo (MACHOs) alrededor de la Galaxia de Andrómeda, lo que ha permitido descartar a estos objetos como constituyentes de la materia oscura. Además, han llevado a cabo observaciones detalladas de numerosas galaxias, comparando sus hallazgos con los datos obtenidos por el telescopio espacial Hubble.
El VATT también ha sido instrumental en el descubrimiento de más de cien objetos transneptunianos y nuevos asteroides, contribuyendo así a nuestro entendimiento del sistema solar. La Ciudad del Vaticano, como miembro de la Unión Astronómica Internacional desde 1930, ha ganado prestigio internacional en el ámbito de la astronomía, y sus investigaciones son reconocidas y valoradas en todo el mundo.
Además de su labor científica, el Observatorio de Castel Gandolfo alberga una biblioteca con más de 22,000 volúmenes, que incluye obras de grandes astrónomos como Copérnico, Galileo y Newton. También cuenta con una colección única de meteoritos, y sus investigadores han desarrollado un sistema para medir las propiedades de estos cuerpos celestes, contribuyendo a la comprensión de la historia temprana del sistema solar.
El Observatorio organiza una escuela bianual de verano sobre temas de astrofísica, donde se reúnen estudiantes de todo el mundo para aprender y compartir conocimientos. En 2025, la escuela se centrará en las observaciones realizadas con el telescopio espacial James Webb, lo que demuestra el compromiso continuo del Vaticano con la educación y la investigación en astronomía. A lo largo de los siglos, el Vaticano ha mantenido su interés por la astronomía, adaptándose a los cambios y avances tecnológicos, y sigue siendo un actor relevante en el campo de la ciencia.