La práctica del yoga ha demostrado ser una herramienta valiosa para mejorar la calidad de vida de las mujeres que enfrentan el cáncer de mama. En A Coruña, la Fundación María José Jove, en colaboración con el área sanitaria local, ha implementado talleres de yoga dirigidos a pacientes oncológicas desde 2019. Estas sesiones no solo ofrecen beneficios físicos, sino que también se han convertido en un espacio de apoyo emocional y conexión personal para las participantes.
La experiencia de Isabel Álvarez, una de las pacientes que asiste a estos talleres, ilustra el impacto positivo que el yoga puede tener en la vida de quienes enfrentan esta enfermedad. Isabel, diagnosticada con cáncer de mama, ha encontrado en las clases de yoga una forma de mejorar su bienestar físico y mental. «He aprendido un montón de cosas. Y quieras o no, eso te ayuda a todos los niveles: físico, anímico, mental», comenta. Desde que comenzó a participar en estas sesiones, ha notado una mejora significativa en su movilidad y en su capacidad para manejar el estrés asociado con su diagnóstico.
### Beneficios Físicos y Emocionales del Yoga
La instructora de yoga, Raffaella Vesevo, destaca que el enfoque inicial de las clases se centraba en mejorar la movilidad de las participantes, especialmente después de las intervenciones quirúrgicas. Sin embargo, con el tiempo, ha observado que los beneficios del yoga van más allá de lo físico. «Las hay que están en plena quimioterapia; otras ya han pasado ese tratamiento y siguen viniendo a clase por los beneficios que les reporta para recuperar esa movilidad y esa conexión con el cuerpo», explica Vesevo.
El yoga no solo ayuda a las pacientes a recuperar la movilidad, sino que también les proporciona herramientas para reducir la ansiedad y mejorar la calidad del sueño. Estudios recientes han demostrado que la práctica regular de yoga puede contribuir a una mejor salud mental, lo que es crucial para quienes enfrentan el estrés emocional que acompaña al diagnóstico de cáncer. Isabel Álvarez enfatiza la importancia de cuidar de uno mismo durante el proceso oncológico, afirmando que «tener un espacio para cuidarte es muy importante».
Chus de la Fuente, otra participante de los talleres, también ha experimentado cambios positivos desde que comenzó a practicar yoga. A sus 64 años, Chus fue diagnosticada con cáncer de mama y, tras someterse a cirugía y tratamientos de quimioterapia y radioterapia, se unió a las clases de yoga. «Físicamente, los tratamientos me afectaron bastante. No podía con la vida. Perdí muchísimo peso», comparte. Sin embargo, al asistir a las sesiones de yoga, ha notado una mejora en su fuerza y bienestar general. «Ya empiezan a verse ‘contorneaditos’ mis brazos», dice con una sonrisa.
### Un Espacio de Apoyo y Conexión
Además de los beneficios físicos, los talleres de yoga ofrecen un espacio de apoyo emocional y conexión entre las participantes. Raffaella Vesevo señala que cada mujer tiene un proceso único y que las clases están diseñadas para adaptarse a las necesidades individuales. «Ellas aprenden a sentir su propio cuerpo, a conectarse, a regular la intensidad en cada postura. También a mimarse, aceptarse y acompañarse», explica.
La interacción entre las participantes también juega un papel crucial en su bienestar. Chus menciona que la actividad le ha permitido relacionarse más con otras mujeres que han pasado por experiencias similares. «A mí esta actividad me está aportando el relacionarme, porque a lo mejor algunas somos más individualistas», reflexiona. Este sentido de comunidad es fundamental para normalizar las experiencias y emociones que surgen durante el tratamiento del cáncer.
Desde la Unidad de Mama del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña, se reconoce la importancia de la actividad física en la recuperación de las pacientes. Carmen Cereijo, enfermera gestora de casos, destaca que «tener pacientes activas, que participen en la recuperación de su salud, es fundamental». La unidad ha promovido la participación en los talleres de yoga como parte de un enfoque integral para el cuidado de las pacientes, enfatizando que la actividad física puede mejorar significativamente la salud psicológica de quienes enfrentan el cáncer.
La práctica del yoga se ha convertido en un recurso valioso para las mujeres que luchan contra el cáncer de mama, brindándoles no solo una forma de ejercicio, sino también un espacio para la sanación emocional y la conexión con otras mujeres que comparten sus desafíos. La combinación de beneficios físicos y el apoyo emocional que se encuentra en estas clases puede ser un factor determinante en el proceso de recuperación y bienestar de las pacientes. Con el respaldo de profesionales de la salud y la comunidad, estas mujeres están encontrando nuevas formas de enfrentar su enfermedad y cuidar de sí mismas en el camino hacia la sanación.