En el mundo financiero, las operaciones de compra y fusión entre entidades bancarias suelen generar un gran revuelo, y la reciente oferta pública de adquisición (OPA) del BBVA sobre el Banco Sabadell no es la excepción. Desde su anuncio hace 17 meses, esta operación ha estado marcada por una serie de declaraciones contradictorias y estrategias comunicativas que buscan influir en los accionistas. A medida que se acerca el plazo de aceptación, que finaliza a la medianoche del próximo viernes, la tensión entre ambas entidades se intensifica, y las proyecciones sobre el éxito de la OPA se vuelven cada vez más divergentes.
La guerra de cifras y declaraciones entre el BBVA y el Sabadell ha captado la atención de analistas y accionistas por igual. El BBVA sostiene que logrará superar el 50% del capital social del Sabadell, mientras que este último se muestra escéptico, afirmando que apenas alcanzará el 30%. Esta disparidad en las expectativas refleja no solo las diferencias en la percepción del valor de la oferta, sino también las estrategias de comunicación que cada banco está utilizando para atraer a los accionistas indecisos.
La composición del accionariado del Sabadell es un factor clave en esta contienda. Al inicio de la OPA, el Sabadell optó por un apagón informativo, limitando la divulgación de datos sobre su accionariado para no dar pistas al BBVA. Sin embargo, recientemente se han revelado cifras que indican que más del 40% de sus acciones están en manos de inversores minoristas, de los cuales un 80% tiene sus acciones depositadas en el propio banco. Además, un 5% de las acciones pertenecen a socios estratégicos, como Zurich, que ya ha anunciado que no participará en la OPA. Por otro lado, un 20% del capital está en manos de fondos de inversión pasivos, y el 35% restante pertenece a fondos de gestión activa, incluyendo a David Martínez, un financiero mexicano que ha decidido apoyar la oferta del BBVA.
En contraste, el BBVA ha manifestado su confianza en que podría obtener entre el 60% y el 70% de aceptación. Su consejero delegado, Onur Genç, ha afirmado que ha estado en contacto con todos los tipos de accionistas del Sabadell, y que la mayoría de ellos están dispuestos a aceptar la OPA. Esta afirmación se basa en la premisa de que los fondos de inversión pasivos tienden a participar en las OPAs en proporción a la aceptación que prevén, lo que podría sumar un 10% adicional al 35% que ya espera obtener de los fondos activos.
Por otro lado, el Sabadell ha presentado una visión completamente diferente. Su consejero delegado, César González-Bueno, ha declarado que alcanzar el 30% de aceptación es extremadamente difícil y que los accionistas minoristas que aceptarán la OPA representarán solo entre el 2% y el 4% del capital social. Esta discrepancia en las proyecciones se debe a la estrategia del Sabadell de sembrar dudas entre los accionistas, sugiriendo que muchos de ellos podrían optar por esperar una segunda OPA en lugar de aceptar la actual.
La razón detrás de estas proyecciones contradictorias es clara: ambas entidades buscan influir en la decisión de los accionistas indecisos. El BBVA intenta presentar su oferta como atractiva, con la esperanza de que los pequeños inversores se sientan incentivados a participar. Por su parte, el Sabadell busca generar incertidumbre, argumentando que la primera OPA no ha convencido a todos los fondos de inversión y que podría ser más inteligente esperar a una segunda oferta.
A medida que se acerca la fecha límite para la aceptación de la OPA, la presión aumenta sobre ambos bancos. La estrategia de comunicación y la capacidad de cada entidad para convencer a sus respectivos accionistas serán determinantes en el desenlace de esta contienda. La situación actual refleja no solo la competencia entre dos grandes entidades bancarias, sino también la complejidad del mercado financiero, donde las percepciones y las estrategias de comunicación pueden influir significativamente en los resultados de operaciones de gran envergadura. En este contexto, los accionistas deben evaluar cuidadosamente las proyecciones y las declaraciones de ambas partes antes de tomar una decisión que podría tener un impacto significativo en el futuro de sus inversiones.