La reciente crisis en Polopiqué ha dejado una huella profunda en la industria textil de Portugal, un sector que ya enfrentaba desafíos significativos. La decisión de cerrar dos de sus fábricas ha llevado a una serie de reacciones entre los trabajadores y ha puesto de manifiesto la fragilidad de la economía textil en el país. En este contexto, un grupo de empleados de las plantas afectadas se ha organizado para ayudar a sus compañeros que se encuentran en situaciones críticas debido a la falta de salarios y la incertidumbre laboral.
### La Reacción de los Trabajadores
En un acto de solidaridad, los trabajadores de Polopiqué se reunieron recientemente en las cercanías de la sede central en Vilarinho, Santo Tirso, para llevar a cabo una colecta de alimentos. Este gesto busca apoyar a las familias que han sido gravemente afectadas por la crisis, especialmente aquellas en Guimarães y Vizela. La situación se ha vuelto crítica, ya que muchos de estos empleados no han recibido sus salarios desde el anuncio del cierre de las fábricas Cottonsmile y Polopiqué Tecidos.
Luis Guimarães, fundador de la empresa, envió un correo a los 280 trabajadores afectados, explicando que la decisión de cerrar las plantas no fue tomada a la ligera, sino que fue el resultado de años de esfuerzo y de intentos fallidos por salvar el proyecto. Sin embargo, la falta de comunicación y el incumplimiento de las promesas de pago han dejado a los empleados en una situación de incertidumbre y desesperación.
La crisis de Polopiqué no solo afecta a los trabajadores despedidos, sino que también tiene repercusiones en la economía local y en la reputación de la industria textil portuguesa. Con una deuda acumulada que supera los 66 millones de euros y más de 400 acreedores, la situación es alarmante. Entre los acreedores se encuentra Inditex, con un monto pendiente de 12,6 millones de euros, lo que refleja la magnitud de la crisis.
### Desafíos del Sector Textil
La crisis de Polopiqué es un reflejo de los problemas más amplios que enfrenta la industria textil en Portugal. La competencia de la producción low cost de gigantes asiáticos ha puesto en jaque a muchas empresas locales. La situación se agrava por el aumento de los costos de energía y la inflación de las materias primas, que han impactado directamente en la rentabilidad de las fábricas.
Además, los cambios en el mercado, impulsados por plataformas como Shein y Temu, han transformado la forma en que los consumidores adquieren ropa, lo que ha llevado a una disminución en la demanda de productos fabricados localmente. Este cambio en el comportamiento del consumidor ha dejado a muchas empresas, incluida Polopiqué, luchando por adaptarse a un entorno cada vez más competitivo.
La empresa, que hasta hace poco era un referente en la confección en el norte de Portugal, ha visto cómo su plantilla se ha reducido drásticamente. Antes del cierre de las fábricas, Polopiqué contaba con aproximadamente 800 empleados, pero se estima que alrededor de 400 más podrían ser despedidos en un futuro cercano. La compañía ha anunciado su intención de reestructurar sus operaciones, centrándose en áreas como el diseño, la logística y los acabados, lo que sugiere que la crisis podría extenderse aún más.
La situación de Polopiqué se suma a la de otras empresas del sector, como StampDyeing, que también ha presentado concurso de acreedores y ha dejado a sus trabajadores sin salarios durante meses. Este patrón de crisis en la industria textil portuguesa plantea preguntas sobre la sostenibilidad del sector y la necesidad de una revisión profunda de las estrategias comerciales.
En medio de esta crisis, la solidaridad entre los trabajadores de Polopiqué destaca como un rayo de esperanza. La colecta de alimentos es un ejemplo de cómo, a pesar de las adversidades, los empleados se unen para apoyarse mutuamente. Sin embargo, la situación sigue siendo crítica y requiere atención urgente por parte de las autoridades y de los actores del sector para evitar que más empresas sigan el mismo camino que Polopiqué.