El reciente proceso electoral en Noruega ha dejado claro que el laborismo, liderado por el primer ministro Jonas Gahr Store, ha logrado resistir ante el avance de la extrema derecha, que se ha consolidado como la segunda fuerza política del país. Con el escrutinio casi completo, el bloque de la izquierda ha conseguido 87 escaños, superando en cinco a las formaciones de derecha, incluidas las populistas. Este resultado es significativo en un contexto donde el Partido del Progreso (FR), de ideología conservadora, ha alcanzado un 23,9% de los votos, marcando un hito en su historia electoral.
El laborismo, que ha obtenido un 28,2% de los votos, se encuentra en una posición favorable para continuar gobernando, aunque deberá buscar alianzas con otros grupos progresistas para asegurar una mayoría estable. La situación es compleja, ya que el ascenso del Partido del Progreso ha generado comparaciones con movimientos populistas en otras partes del mundo, como el trumpismo en Estados Unidos. Su líder, Sylvi Listhaug, ha expresado su satisfacción por los resultados, especialmente entre los jóvenes, lo que sugiere un cambio en la dinámica política del país.
### La Resiliencia del Laborismo
El laborismo noruego ha experimentado un notable cambio en su fortuna política. Hace poco más de un año, las encuestas mostraban un apoyo de solo el 17,2%, lo que llevó a algunos miembros del partido a pedir la dimisión de Store. Sin embargo, el primer ministro ha logrado revertir esta tendencia y asegurar su continuidad en el cargo. Este giro en la percepción pública se ha visto reflejado en la celebración de sus simpatizantes tras el anuncio de los resultados, donde se escucharon vítores y aplausos en su cuartel general electoral.
La victoria del laborismo no solo se traduce en un aumento de escaños, sino que también le otorga un margen de maniobra más amplio para gobernar. Store ha manifestado su intención de dialogar con los partidos progresistas que lo apoyaron en su anterior mandato, lo que podría facilitar la aprobación de políticas clave, especialmente en el contexto del próximo presupuesto estatal que será presentado por Jens Stoltenberg, exsecretario general de la OTAN y actual ministro de Finanzas.
Los temas que han dominado la campaña electoral incluyen el empleo, la desigualdad, la fiscalidad y la gestión del fondo soberano de Noruega, que es el más grande del mundo. Estos asuntos son de gran relevancia para la población noruega y han sido el eje central del discurso político en un momento en que la situación geopolítica mundial, marcada por la invasión de Ucrania y el regreso de Trump a la política estadounidense, puede influir en la política interna noruega.
### El Ascenso de la Extrema Derecha
El crecimiento del Partido del Progreso es un fenómeno que no se puede ignorar. Este partido ha capitalizado el descontento social y ha centrado su campaña en la crítica a las políticas migratorias, señalando a los migrantes de países en conflicto como responsables de los problemas socioeconómicos que enfrenta Noruega. Este enfoque ha resonado con un sector de la población que busca respuestas claras y contundentes ante la incertidumbre económica y social.
El éxito del FR en las elecciones es un reflejo de una tendencia más amplia en Europa, donde los partidos de extrema derecha han ganado terreno en varios países. La comparación con el movimiento trumpista sugiere que el populismo está encontrando un espacio cada vez más amplio en el discurso político noruego. Esto plantea un desafío para el laborismo y otros partidos progresistas, que deberán encontrar formas efectivas de contrarrestar este ascenso y abordar las preocupaciones legítimas de los votantes.
La situación actual en Noruega es un claro indicativo de que la política está en constante evolución. La capacidad del laborismo para adaptarse a estos cambios y mantener su relevancia será crucial en los próximos años. La gestión de la economía, la política migratoria y la respuesta a las inquietudes sociales serán temas que definirán el futuro político del país. A medida que el laborismo busca consolidar su poder, el desafío será no solo mantener su base de apoyo, sino también atraer a aquellos que se sienten atraídos por las promesas de cambio de la extrema derecha. El camino hacia adelante está lleno de incertidumbres, pero también de oportunidades para redefinir la política noruega en un contexto global cambiante.